Violencia de Género

Cada año asistimos a un incremento de mujeres que mueren o son agredidas por sus maridos, parejas y compañeros sentimentales. Por otro lado, casi cada día, las televisiones nos detallan minuciosamente algún nuevo caso que va a pasar a la Estadística como un número más en una larga lista que, sin embargo, tiene nombres y apellidos.

Opinión | 05 de marzo de 2009
Gloria Mateo

 

Pero? ¿Qué está produciendo este incremento? ¿Qué hay en la personalidad de un maltratador que lo lleva a tener ese comportamiento? ¿Acaso, como se ha dicho en muchas ocasiones, antes no se sabía y ahora ya no se guarda silencio al respecto? Sinceramente, y desde mi modesta opinión, se está produciendo el Efecto Dominó. No tengo pruebas empíricas para demostrarlo, pero es lo que observo.

 

He llevado en terapia a mujeres maltratadas e igualmente a maltratadores. Hoy me voy a referir concretamente a los últimos.

En un primer momento se pensó que en su comportamiento habría alguna alteración patológica o funcional, pero se ha constatado que los agresores no son enfermos mentales; tampoco que los malos tratos sean producidos como consecuencia de un consumo crónico del alcohol, aunque sí que su consumo puede ser considerado como un factor de riesgo importante ya que desinhibe conductas.

Se puede decir, entonces, que no existe una causa única. Hay diferentes factores que influyen. Podemos hablar, por ejemplo, del hecho de que él mismo haya sido maltratado en la infancia por su padre o que quizá ha visto cómo éste maltrataba a su madre. Tampoco hay que olvidar la presencia de cogniciones de aspecto machista que han venido determinadas por los procesos de socialización, etc.

En casi todos los agresores de violencia de género (concepto que a mí no me parece muy acertado), que he llevado, he podido constatar alguna de estas características:

 

  • Normalmente no asumen su responsabilidad en el hecho.
  • Tienen alguna dificultad para reconocer y expresar sus propios sentimientos y esto les lleva, a mi juicio, a que no saben reconocer el sufrimiento en los demás. Hay por lo tanto, baja empatía.
  • Baja autoestima y poca asertividad.
  • Presencia de celos patológicos. Se incrementan por el miedo a quedarse solos.
  • Dependencia hacia la mujer y miedo a estar solos, aunque no lo reconocen.
  • Rigidez de pensamiento.
  • Tienen poca capacidad para resolver problemas.
  • La mayoría presentan una falta de control de los impulsos.
  • Tienen altos niveles de ansiedad.

Dutton, nos habla de la existencia de tres tipos de maltratadores: el psicopático (tiene carencia absoluta de culpa), el Hipercontrolado (en este caso la ira es una manifestación de su frustración controlada) y el Emocionalmente inestable (que presenta una gran dependencia hacia su pareja, pero que, a la vez, tiene miedo de ser controlado por ella).

Como bien decía una colaboradora de este periódico, se ha puesto a disposición del maltratador un núm. de teléfono. Pues bien, a mi juicio, creo que van a ser pocos los que antes agredir lo vayan a utilizar. Por lo tanto, no lo considero útil. Respecto al Tl. de atención a las víctimas, parece que, al menos, las conduce a no soportar por más tiempo una situación extremadamente difícil para ellas. Después, si se produce la separación, ya es cuestionable si existe protección policial suficiente en todos los casos y si, en caso de permisos carcelarios, son adecuados los actuales medios telemáticos y se cumplen estrictamente a medidas que el juez haya determinado de no residir cerca de la víctima, no comunicarse con la misma, o no aproximarse a ella.

He constatado que la mayoría de ellos presentan una gran cantidad de distorsiones cognitivas relacionadas con el papel de la mujer y con la utilización de la violencia. Tienen, casi todos, creencias erróneas y hacen unas afirmaciones sobre el sexo femenino que no parecen propias de nuestro tiempo. A todo ello hay que añadir qué es lo que entienden como violencia, porque, por ejemplo, el darle un empujón a su pareja, no es ser ?según algunos- un maltratador. También se quejan de la cantidad de denuncias falsas que interponen las mujeres. Respecto a esto, es incuestionable que efectivamente las hay, pero la proporción es muy pequeña.

¿Hasta qué punto son eficaces las intervenciones terapéuticas con un maltratador? Sinceramente, he de confesar que todavía es pronto para determinar cómo influyen por su reciente utilización. No obstante, creo que es mejor que no intervenir.

Las instituciones penitenciarias están incrementando el número de personas que ingresan por estos delitos e, igualmente, las que no ingresan y deben someterse a terapia y en caso de no hacerla, hay que ponerlo en conocimiento del juez para que proceda lo que considere oportuno.

Creo que todos tenemos un importante papel que desempeñar desde la base, es decir, desde la educación de nuestros hijos. Es cierto que cada día hay más hogares desestructurados, es cierto que el modelo de familia está cambiando. Sin embargo, la educación en el respeto hacia el otro la van a comenzar a aprender dentro del entorno familiar. Así que pongamos buenos cimientos desde el principio.

No responsabilicemos a la sociedad solamente. La sociedad somos todos y la Violencia de Género es una constatación más de que algo no estamos haciendo bien. Miremos, simplemente, nuestro comportamiento diario.

 


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