A los hechos me remito. Y no por aquello de que el tiempo pone a cada uno en su justo lugar -incierto en muchos casos- , sino porque el tiempo todo lo puede. No han sido necesarios demasiados años. Tampoco, con ellos, se ha esclarecido aquel turbio incidente que en manos de la prensa, apresurada y latente, proclamó al héroe, encerró al agresor y condenó a la víctima. Sólo este último concepto he tenido siempre claro : La víctima, Violeta Santander. Presa de un enganche sentimental y de la gran confusión vital. La chica de la gran bronca. La pelea en pos de una fémina. Dos grandes machos, chulos por excelencia. El amante consumidor de sustancias y chupador de energía. El espontáneo defensor, cuerpo a cuerpo, que se lanzó a la arena. Nunca tuvo la menor gracia pero se repartieron parabienes sobre un mal evidente. Prisión para el chulito que repartió las hostias. Condecoraciones, honores y títulos para el gran héroe del siglo.
Opinión |
27 de septiembre de 2010Consuelo G. del Cid Guerra
Todo con excesiva rapidez, como acostumbran a hacerse las cosas en este país. Para Violeta Santander, un chorreo mediático tan insultante como su propio testimonio. Ella tomó su alternativa sin estar preparada entrando en una selva donde la capacidad comprensión y el respeto brillan por su ausencia. Entre otras lindezas, la llamaron cucaracha. Y eso no es ?tratar bien?. Tampoco.
Hospital. Cárcel. Televisión. Tres personas y tres lugares agitados en una coctelera de lujo. Las tres seriamente enfermas y ninguna definitivamente fuera de peligro.
Ahora, Neira es cuestionado. Y es que del amor al odio hay un paso, como de héroe a villano. Ahora desaparece el organismo que preside, en manos de una supuesta Esperanza -¿justa y necesaria?- dueña y señora de la Comunidad de Madrid, cuyo sentido común deja mucho -todo- que desear. Neira no dimite, porque para chulo él, o -como mucho-, Puerta.
Violeta Santander es una mujer maltratada. De eso no me cabe la menor duda. Confusa entre infierno y paraíso, presa de sus propios nervios y atada a las frágiles cuerdas de una pasión que se reproduce una y otra vez en manos de delincuentes morales.
Violeta se decidió a iniciar una defensa pública e inútil atropellando sus propias palabras. Por demasiado guapa se ensañaron con ella sin ningún tipo de consideración. Lo hizo muy mal. Peor, imposible. Pero los demás también.
Puerta está en libertad. Neira se ha recuperado. Pero Violeta no.
-Llévela usted, señorito, que no vale más que un real? llévela usted, señorito, pa lucirla en el ojal..