Menudo poderío el de Charo Vega. Una señora muy por encima de todas (las demás) que ha defendido el patio de su casa sin agacharse un ápice mientras se cargaba a golpe de frase al champiñón atómico a pilas, maldita termita pisonadora experta en tumbas de cuervos resucitados y demás despojos cotidianos.
Charo, con un vestidazo negro y chal marfil, sin cortarse un pelo ha sabido poner en su sitio a la desclasada Mala -perdón, Lara-.
Guapa a reventar, con un deje glamouroso que no se lo salta un torero. Madura, segura y con la fuerza del tronío auténtico. Sabia porque se sabe.
Pero eso no es todo : Me ha llegado al alma una expresión sublime : "lo que me sale del mismísimo beo". En caló, el beo es la vagina. Pero lo bien que queda, por favor...llevo toda la vida escuchando eso de estar hasta los cojones como si de un estado noble se tratara y desconocía el beo. Me quedo la palabra, que utilizaré cuando convenga y de la mejor manera. En otra vida me gustaría ser Charo Vega. Porque diga lo que diga, a ella le queda bien. Será porque le sobran razones, orgullo y raza. Gracias, maestra. De lujo. Has estado de lujo.