El alimento mal soñado de todo un año desvaneciéndose antes siquiera de haberlo probado. No me queda más dulce saliva. Y necesito humedad. Y sigo buscando benzodiacepinas de carne, hueso y sangre. Y pienso en aquella ofrenda. Agua. Plumas rojas ardiendo en el aire. Y pienso en la mujer de 50 pies de altura. Y pienso en tus 26 inmensas alas negras desgarrando el viento.
Opinión |
02 de abril de 2010
Una sola pluma para destruir todos los "así son las cosas". Para construir algo que no se llamará mundo. Un ramo de 7 nomeolvides. Mi ofrenda a la Diosa del Juego para cuando ya no quede el resto. Juguemos hasta que no quede nada más que Lucifer sonriéndonos en los suburbios. Ya alguien habrá bebido mis lágrimas. Y me habrá sujetado la cabeza mientras vomito. Ya habremos venerado todas las alteraciones. Ya por fin sabré a vino, sea lo que sea lo que haya afuera. Y probaré sangre. Y no tendré que dormir porque viviremos en una película de Lynch, escrita por lo que quiero que domine de mí y por tus gritos silenciosos que no dejo de oír. La experiencia pasiva muerta. Y quedarás tú, que ya estás escrita en mí. Preciosa gota de sangre.