Eva Carreño

Poseedora de una belleza que transcurre más allá de lo natural cuya sonrisa adquiere el mismo valor que sus lágrimas, y amiga de su amiga por encima de todo. Podría haberse lucrado desde el primer momento y no lo hizo. La lealtad escasea en estos tiempos malos para la lírica que me dispongo a adoptar como homenaje personal a una mujer que consiguió impresionarme al contemplar su rostro por primera vez.

Opinión | 13 de febrero de 2010
Consuelo G. del Cid Guerra

Desencajada, sincera, tan sumamente valiente que sus palabras no daban lugar a dudas. Buscada, perseguida y acosada en busca de los secretos, ultimas voluntades y detalles no revelados que forman parte de la que fue su amiga intima. Eva Carreño es una mujer buena cuya mirada no engaña porque no sabe hacerlo ni quiere, probablemente, llegar a ese lugar donde algunos han pretendido colocarla. Puesta en escena por voluntad propia muchos años mas tarde, a pelo, morena como ninguna, gestual y rotunda ante un testimonio complicado, sembrado de dudas, mentiras y fantasías varias. Objeto de curiosidad malévola, implicada, victima de su propia tristeza que lentamente intenta subsanar con el paso del tiempo.

No me interesa el detalle, ni siquiera algún tipo de acontecimiento conocido o desconocido, fue ese hecho real impactante que en su momento recibí desde un programa rosáceo de los que acostumbro a ausentarme mientras el zapping va y viene con esa rapidez de lo inmediato que te permite elegir.

No la buscaba. Sabia de su nombre, eso si, rodeado de misterio. Y me detuve casi por obligación al escuchar sus primeras palabras. La recibí, tremenda, con la fuerza de lo autentico, sintiéndola autentica, sentimental, sensible y veraz.

Afortunada amiga sin fortuna metálica, cercana y mediadora. Podría colocar aquí y ahora cualquier imagen suya pero no me siento con derecho, o añadir algún video revelador que forma parte y es más de lo mismo : Intento que estas palabras sean distintas, porque son palabras para Eva directas al corazón.

Ojala las reciba con la misma intensidad, mas allá de una historia en la que no quiero entrar, pero tampoco salir sin dejar el testigo a alguien que se ha elevado, sin saberlo, como protagonista única de si misma, por ser como es y por saber estar ganándose un privilegio tan insospechado como justo. Desde el más puro instinto, con la intuición femenina que inevitablemente habita dentro de cada mujer, y por hacernos sentir mucho más que simples espectadores, te dejo con la grandeza de una música que desde el primer momento deberían haberte dedicado:

 


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