La felicidad es un segundo concentrado en los archivos de la memoria. El reloj la señal en doce campanadas que concluye el trayecto. Buen viaje. Sea un año de bienes o de males, la mano que se atusa en pos de la caricia es mucho mas que nada. Vivir es ese lujo acostumbrado presente en su valor. Salud, fuerza y arrojo. Que no sea uno más y se haga nuestro. Que sea necesario y no se haga ocasión. No perdamos el tiempo, vamos por la sustancia nerviosa que haga falta, canto, grito, emoción , sentimiento, equipaje, selva de relicarios, tontería, un vestido distinto para enfrentar la noche, bellas y bellos siempre por encima del ser. Una luna postrada de luz maravillosa, tus estrellas, las mías, y el numero final. Hay que empezar de nuevo una vez más. Las agendas inútiles pasan a ser remedio, y una libreta blanca espera inaugurar miles de días, abierta y descarada, misterio por derecho, hechos a consumar. Aquí dejo los besos que corresponden tanto. Una música sacra que orquesta la verdad. Ser feliz es posible si no se pide tanto. Las gotas de rocío aguardan esta aurora, sin duda boreal. Por todos los que fuimos y todos los que están. A los del largo viaje extiendo un firmamento hecho particular. Por quien tuvo el amor, eterno o temporal. Y a la extraña familia que se ha hecho real, al nombre virtual, flor de nieve templada que espera su señal. Besos. Felicidad.