Estaba el cielo limpio y la tarde tediosa olía a transparencia, cuando los lamentos de la guitarra se columpiaban en los árboles, haciendo versos a los pájaros.
Opinión |
18 de noviembre de 2009Gloria Mateo
No quería escucharlos,
pero martilleaban mi cerebro
con carcajadas
y podía ver más allá del momento.
La guitarra calló
y nuestros sueños enmudecieron.