Su desierta cabeza es la bola de un mundo que incomoda, asusta y ofende con la fuerza de la verdad. Sincero hasta lo impúdico. Imponente y expuesto. Es ya el rey de la cárcel, héroe, casi mito. Aranjuez tiene un nuevo concierto sin batuta dirigido a dedo por Coto Matamoros. Cumpliendo sus cuentas pendientes con la justicia, probablemente haya conseguido levantar la moral. Se dice que le han pillado un teléfono móvil con el que negociaba su próxima entrevista en "Dónde estás, corazón?", espero que por un pastonazo que valga la pena ; una pena de tres meses entre rejas.
Es lo que de él se espera: Un espectáculo monumental en manos de este maestro canalla que nos concederá -y nunca mejor dicho- audiencia. Sale en libertad el próximo diecisiete de noviembre, y será una gran libertad la suya, de bombo y con platillos, como las bodas reales y sin nada que envidiar al más noble de los natalicios.
Me parece un gran tipo. Inteligente, sensible, culto y rompedor. Carga con mucho cuerpo y demasiada historia. Desplaza un huracán de verborrea que atrapa al más pintado. No se corta. Amenaza de forma casi literal-Mente literaria con tirar de la manta escu-l-piendo sapos y culebras.
Le hemos visto reír, vociferar, discutir y cantar. Se reconoce enfermo con voluntad de cambio. Su intimidad es una reserva poderosa. Ese timbre contundente hecho a voces en grito produce escalofríos al hablar de su hija, fuera ya de cuestiones generales o juicios familiares. Puede que haya hecho daño y pasado facturas, conoce ese pulso del ajunte de cuentas, ha ganado y perdido en sus conquistas.
No buscó y fué encontrado por el sabio Sardá. Un marciano nocturno, nunca un marciano más. Su nombre era el aplauso y la palma gitana. Innato vividor sin antes ni después. Resumir tu sumario resultaría inútil. Bienvenido de nuevo para cuando regreses. Que la luz se haga tuya para todos los tiempos. Te seguirán. Lo sé.