¡No puede ser que te lleves a todos los tíos con tus encantos y una se tenga que quedar infeliz y sin comer perdices! ¡Que ya está bien!
Resulta que LuisMi, sí, ése que anda por España con Genoveva Casanova, jugando al escondite con la prensa, pero que en realidad, está muerto por tus huesos. ¿Los tienes de chocolate o qué? ¡Habrase visto la cenutria! Pues eso, que por medio de un amigo en común, se ha puesto en contacto conmigo sabedor de mis habilidades persuasorias (de otras se podría dar cuenta, digo yo) y me dice que te espera el lunes a las 10 de la noche, en el hotel Diplomatic. Te recomiendo que además de llevarte ropa interior de raso y Chanel núm. 5 (imprescindible), no te olvides de meter en tu bolso un frasco de mercromina y tiritas, porque creo que le has abierto un boquete muy gordo con tus desdenes. ¡Ten cuidado! Creo que tendrás algún espía por tu pelo, y no creo que sean piojos, pero algún bichejo sí que es. Yo, por si acaso me despendolaría y me soltaría la melena. Ah, y ten muy a punto el punto G.
Si te sobra algo, me avisas que una está muuuu falta de afecto. A pesar de que presumo de que me va guay del Paraguay. Pero no se lo digas a nadie?
El día que me quieras
Música: Carlos Gardel
Letra: Alfredo Le Pera
Acaricia mi ensueño
el suave murmullo
de tu suspirar.
Cómo ríe la vida
si tus ojos negros
me quieren mirar.
Y si es mío el amparo
de tu risa leve
que es como un cantar,
ella aquieta mi herida,
todo todo se olvida.
El día que me quieras
la rosa que engalana
se vestirá de fiesta
con su mejor color.
Y al viento las campanas
dirán que ya eres mía,
y locas las fontanas
se contarán su amor.
La noche que me quieras
desde el azul del cielo,
las estrellas celosas
nos mirarán pasar.
Y un rayo misterioso
hará nido en tu pelo,
luciérnaga curiosa que verás
que eres mi consuelo.
El día que me quieras
no habrá más que armonía.
Será clara la aurora
y alegre el manantial.
Traerá quieta la brisa
rumor de melodía.
Y nos darán las fuentes
su canto de cristal.
El día que me quieras
endulzarán sus cuerdas
el pájaro cantor.
Florecerá la vida,
no existirá el dolor.
La noche que me quieras
desde el azul del cielo,
las estrellas celosas
nos mirarán pasar.
Y un rayo misterioso
hará nido en tu pelo.
Luciérnaga curiosa que verás
que eres mi consuelo.