Ni siquiera la devastadora enfermedad que padeció pudo arrancarle un solo gesto de fealdad. El me dijo : ?Algún día, puede que alguien hable de mi en un bar., y poco mas..? .
-No, le respondí. Tu estarás siempre, todos los días de mi vida, y conseguiré que tu nombre sea aplaudido por cientos de personas, porque escribiré nuestra historia?.
Cuando internet estaba todavía en pañales, el jamás podría imaginar que su recuerdo y presencia se encontrarían hoy en un periódico digital. Su existencia ha marcado mi vida. Me transmitió su pasión por la vida, su alegría visceral y su capacidad infinita de amar. Y la Opera. Porque el era Opera.
He rastreado en las hemerotecas hasta dar con dos cartas suyas que escribió a ?La Vanguardia?. Pertenecen a 1985 y 1988:
LA VANGUARDIA
Edicion del domingo, 25 de Diciembre de 1988, pagina 6
?Rigoletto? y su época
He leído en -La Vanguardia» la
noticia del nuevo montaje del
?Rigoletto? verdiano en el Covent
Garden de Londres a cargo de
Nuria Espert.
No discuto en ningún momen
to la validez de esta nueva produc
ción, si bien las transposicions de
época en obras líricas me parecen
siempre irrespetuosa shacia sus
autores; lo que me gustaría preci
sar es que Nuria Esper testá total
mente equivocada al afirmar que
Verdi siempre quiso situar la
acción de ?Rigoletto? en el si
gb XIX y que la censura prohibió
tal deseo.
Lo que la censura austríaca de
Venecia prohibió al genial com?
positor fue el adaptar literalmente
?Le Roi s?amue?, de Hugo, en la
que el libertino de turno era Fran
cisco 1 de Francia, y por ello se
sustituyó al monarca por un inde
finido duque de Mantua, que hesiado.
ría menos las sensibilidades del
imperio austriaco.
Pero que Verdi gustó siempre
de argument orenacentis t(atuvie
ea lugar en Francia o en Mantua),
y que Rigoletto fue su personaje
más querido (mi ?jorobadita ?le
llamaba) es bien conocido.
. No puede falseara psues la bistoria
deesta manera, y menos atri
buir nuestros gustos o deseos parsonales
a los valores que se ponen
en escena con el solo fín dejustifi
car nuestras genialidades.
Por otro lado, ¿no resulta totalmente
ridículo situar la acción de
una historia en la que el personaje
central es un bufón, en pleno siglo
xix, cuando estos seres hacía
muchoque habían dejado de exis
tir? En çualquier caso el anacro
nismo es evidente. ?
MIGUEL PUEYO PONT
Edición del martes, 01 enero 1985, página 6
La Vanguardia
?La Gioconda?
y la crítica
Señor Director:
Leo en su periódíco, como es
toy seguro que leeré en muchos
otros, la crítica de la reposición
de ?La Gioconda? en el Liceo.
Como la mayoría de veces,
cuando se trata de óperas de me
diados del XIX yen especial ita
lianas, la crítica es benévola y
hasta satisfactoria para con los
cantantes, pero tremendamente
injusta con los compositores.
¿Qué tendrá ?La Gioconda?
para ser velada o abiertamente
despreciada por la crítica barce
lonesa de la actualidad, que no
parece apreciar ninguna obra ni
ningún compositor que no sea
posterior a Wagner o bien mo
zartiana?
Decía santa Teresa que Dios
anda también entre los puche
ros. Creo yo, como la mayoría
del público liceísta, que el ver
dadero arte anda también entre
obras como La Gioconda? o
?Fausto?, tan denostadas por
nuestra sesuda crítica que sólo
se complace en lo mal llamado
difícil?.
Al fin y al cabo, el Enzo de
?La Gioconda? expresa senti
mientos más humanos y más au
ténticos que todos los héroes de
Wagnerjuntos, y que conste que
soy un gran admirador del
maestro alemán, pero creo que
ya va siendo hora de que en esta
ciudad nos despojemos de tanto
snobismo musical.
MIGUEL PUEYO PONT
Ésta es una foto de la entrada del Teatro del Liceo, cuando se quemó y estaban los bomberos en plena vorágine. Es más que hermosa, y tiene historia.
La foto fue tomada con una Leica M6, con un summicron de 35mm, y poéticamente, por puro azar (de esos que tan a menudo nos ocurren a los verdaderos fotógrafos), coincidió con la ultima foto del reportaje del Liceo, con el ultimo fotograma del rollo, lo que es claramente apreciable ( y por ello la foto conserva el encuadre original con su marco negro) en el defecto ondulado inferior, que no es otra cosa que la cinta adhesiva que sujeta la película a la bovina del carrete.
Hace más de trece años, Pablo corrió hacia mi despacho...
-¡¡Alba, Alba!! ¡¡¡El Liceo está ardiendo!!! Llama a Pedro y dile que vaya corriendo a hacer las fotos de su vida?
Pedro corrió, y las hizo. Esta es la más preciosa.
Al morir Pablo, recogí todas sus cosas en un gran baúl. Entre ellas algunos cuadros de pequeños tamaños. Pedro me llamó pidiéndome uno de esos cuadros:
-Alba ¿recuerdas el cuadro que Pablo robó del Palco del Liceo?
Y de pronto, sobresaltada, lo recordé. Éramos ricos y teníamos un palco en el Liceo, el número 1. En él había un cuadrito con una foto de la Caballé en escena ¡cuando estaba delgada! representando Madame Butterfly... Pablo decía:
-Lo robaré cuando termine la temporada.
Yo le contestaba:
-Pero hombre, eso no se hace ni con un cuadro...
Y una noche se lo metió en el bolsillo del abrigo.
Nunca más volví a pensar en el cuadro, ni siquiera al guardarlo en el baúl, nunca mejor dicho, de los recuerdos...
Durante muchos años no toqué el baúl, me causaba un dolor infinito. Pero lo abrí, y encontré el cuadro.
Es una foto preciosa en sepia, firmada por la Caballé en los años 60. Le di la vuelta. Había un sello que decía Proscenio del Teatro del Liceo. Palco número 1.
Entonces me di cuenta ¡el cuadro debería estar quemado, junto con todo lo que se llevó el incendio!; el cuadro es un tesoro ¡si no lo hubiera robado, no existiría!
Pablo murió un 9 de junio de 1995. Yo emprendí días después un viaje hacia el infierno, a Marruecos. Terminé en un hospital con 35 kilos de peso, ingresada por depresión. Pedro vino a verme.
?Tenía que traerte un regalo, algo muy especial, que te haga reír ó llorar?.
Deshizo un paquete plano, era la placa de una calle, la avenida John Lennon. Sabía de mi pasión por Lennon y robó la placa una noche con la ayuda de varios amigos.
Es el regalo más hermoso que me han hecho en la vida.
Cuando me dieron el alta, regresé a mi casa y le di a Pedro el cuadro de la Caballé. Estaba arruinado, y le animé a venderlo para solucionar sus problemas económicos.
Ayer me mandó este correo:
Asunto: 9 de Junio
"Me enseñó a entender que cuando un tenor extiende hacia delante una pierna en el escenario, es que está haciendo falsete".
Alba, :
Nunca vendí el cuadro. No podía, es demasiado valioso. Es de los dos, o, mejor dicho, de los tres. Dentro de pocos días hará doce años que murió.
Aquí tienes la mejor foto del incendio del Liceo, la que más le gustaba. Es mi pequeño homenaje.
Te quiero.
Pedro