Nada está escrito y todo está por vivir. El miedo a vivir es un miedo no reconocido. No es el mundo, es el hombre. El hombre y su lugar en la tierra. Depende de uno mismo la forma de existir. Por exigente que resulte estar y ser , siempre permanece la esencia. El pecado no es únicamente un hecho radical que define a la perfección el bien y el mal. En el hombre, la perfección no existe. Exteriormente puede parecer posible, pero jamás por dentro. Nada ni nadie lo puede definir. Nuestro interior es sagrado, y como el alma, invisible. Sostenerse socialmente es lo más simple.
Pero hacerlo desde el interior supone la apuesta más dura y arriesgada. Quién es dios y qué es el hombre?¿ Dónde se encuentra, si existe, la frontera entre el bien y el mal? Cuándo se empieza a ser malvado?¿ Cuánto cuesta ser bueno?
Practicar la bondad nos convierte en verdaderos imbéciles. No por el hecho de hacerlo simplemente, por la razón de ser. Nos convierte en individuos sospechosos, objetos de mofa y befa, incluso en supuestos delincuentes. ¿Tan complicado resulta entender que existen, todavía, personas buenas? No es lo mismo ser una buena persona que una persona buena. Pasa a ser calificado como del ?suficiente, aprobado por los pelos? o el ?sobresaliente?. Una persona buena es sobresaliente. Adquiere protagonismo antes o después , por sus actos, su generosidad, solidaridad y forma de ser. Nadie nace bueno ni malo. Se hace. Depende de su forma de interpretar la vida, de su capacidad de amar, de su línea de conducta. La conducta del bien es sospechosa. Se piensa que dá para poder pedir. Si pide para otros, será por su propio interés, y en esa confusión se daña tanto que
por descreído que uno sea ante lo divino acaba recordando la historia sagrada y se siente
incomprendido, perseguido, cuestionado y crucificado por aquellos supuestamente creyentes? ¿por qué? ¿Por qué la verdadera bondad nos lleva al lado más oscuro, a la soledad infinita, a la duda permanente?
¿Será que una gran parte de la humanidad piensa que la bondad pura no existe?
¿Quién pone los límites? . Hay hombres que saben vivir sólos. Hay hombres que creen en la esencia y la practican. Hay hombres generosos. Hay hombres buenos. No son curas ni monjas, sólo personas que piensan y sienten de otra forma. No importa su inclinación política, su trabajo, su casa o su forma de vestir. Es el fondo, pero no el abismo.