El huracán que asola y deja al alma sola

?Jugando al escondite, en el bosque anocheció?? (Canción infantil)Ha anochecido. En la nocturnidad del bosque, el Cuco, con su canto, ha podido en un primer momento amortiguar el miedo al lobo. Esto ha llevado a muchos a jugar al escondite ocultando tesoros en los estratos bien profundos, entre la espesura frondosa, para no dejar al descubierto la verdadera miseria que encierran. Sin embargo, el canto se ha ido perdiendo en la lejanía. Quizá presagiando?

Opinión | 05 de abril de 2009
Gloria Mateo

El viento azota fuerte por algunos lugares. Desde cada ventana se escucha el silbido casi aterrador. Está ahí, levantando remolinos peligrosos. Esto hace que haya riesgo de que vuelen edificios no sólidos y que se introduzca por grietas, de que tanta polvareda ciegue aún más los ojos de ciegos internos y despierte pasiones ocultas. Por supuesto, hace aflorar a la superficie lo escondido con nocturnidad y alevosía. Hay un enorme torbellino que está sacando a la luz toneladas de basura y ni los camiones de recogida van a poder dar abasto en mucho tiempo para llevarla a un lugar apropiado y ver si hay algo se pueda reciclar.

Si este elemento es el causante de tanta zozobra que se siente a nuestro alrededor. Dependerá, me digo a mí misma, del terreno. Si es yermo, seguro que hace más estragos. Realmente hay demasiada tierra estéril, ni siquiera apta para un tiempo de barbecho. Vamos, que no es recuperable ni aún dejándola durante una temporada en un lugar de rehabilitación. Por utilizar un eufemismo, claro. Pero también sé que todavía quedan terrenos de labranza dispuestos a recoger semillas.

Dicen algunos, que todo esto es producido porque no sólo azota y zarandea a todo lo que vemos, sino también a algo más invisible a los ojos: el cerebro. Eso dicen y yo lo creo. Hace tiempo que no llueve sensatez.

Es evidente que está revolucionado neuronas, desatado ambiciones, provocado depresiones y llamado con el picaporte a la puerta de la locura de muchos. Está siendo un revulsivo en una sociedad a la deriva.

Sí. Estamos asistiendo, quizá a consecuencia de la intensidad del viento, a malas gestiones políticas, a demasiados episodios de violencia de todo tipo, sin discriminación de sexos, edades y razas; a reivindicaciones de derechos pisoteados, al declive de de Cajas de Ahorro absurdamente politizadas y en manos de caciques, a cuantiosas nóminas de directivos de bancos sin escrúpulos, al engrosamiento de capitales por algunos astutos, lambrotos de dinero ( como la corrupción habida en el Sur de España y la presunta y más reciente de La Muela (Zaragoza), en la que hay 26 imputados y tres en prisión). Y contemplamos también las situaciones de pequeños empresarios autónomos que no pueden afrontar las deudas porque tampoco a ellos les pagan, con el consiguiente despido de trabajadores que engrosan el número de parados. Interminables, pues, las evidencias de la poca misericordia de Eolo. Está provocando un caos mundial. Hay una psicosis generalizada.

El vendaval ha despertado al lobo (perdón para el noble animal) que, aunque al principio estaba medio adormecido, se ha ido vistiendo con el ropaje que lo define y ha comenzado a dejar ver sus colmillos, atemorizando no sólo a los jugadores del escondite, sino hasta a los mendigos de la calle a los que los platillos de limosna se les están quedando vacíos. El lobo es el pánico que nos invade ahora.

La vorágine ha hecho que nos subamos a un caballo (juego con las palabras y digo que aquí acaba nuestro yo y ya no somos uno). Vamos a lomos de un corcel desbocado y demasiado agitado, sin rumbo, que se sale del sendero adecuado. Quizá si tenemos la entereza de saber coger las bridas con firmeza y a la vez suavidad, nos pueda conducir a proseguir el paseo por la vida permitiéndonos contemplar de nuevo otros amaneceres y el paisaje, renaciendo con un Yo renovado.

Y es que el viento se ha convertido ya en huracán que asola y deja al alma sola, a merced de su propia desnudez. Todo dependerá de si ésta está preparada para saber convivir consigo misma. El desamparo nos puede hundir o permitir emerger como el Ave Fénix. Dependerá de cómo manejemos las bridas. Es verdad que se vislumbra un atisbo incipiente de solidaridad y de cooperación. No obstante, todavía son pocas las voces que claman.

Como dije el otro día: vayamos tras la utopía.Tal vez la consigamos.No podemos rendirnos.

(*Lambroto = Laminero)

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