"No me importa lo que hizo con su vida, me importa lo que hizo con la mÃa". Asà se despacha uno de los fans Maradonianos.
Diego Armando, el chico de villa que llegó a lo más alto en pos de una pelota, el gran dios del fútbol, el mejor del mundo. Y como jugaba mejor que nadie parece que todo se olvida.
No pagó pensión de alimentos a sus hijos, aunque abonaba más de medio millón de dólares por su imagen en Maradona producciones. Ninguno de sus vástagos tiene vivienda propia, viven de alquiler. Y son ya once, entre reconocidos y no reconocidos.
Denunciado por trata de personas y narcotráfico en 1998, condenado en el año 2000, pasado el mundial de fútbol. Se le prohibió pisar Italia, país que ahora le adora y llora a lágrima muerta. Tampoco podía entrar en Estados Unidos ni Japón. Vivió durante largo tiempo en los Emiratos Árabes (como nuestro emérito) para evitar la cárcel.
El Gobierno argentino ha derrochado una fortuna en su velatorio. Macri le ha regalado tumba en un cementerio privado. Maltratador, pedófilo, narcotraficante. Pero no pasa nada: lo importante es su obra. Su vida personal no cuenta en absoluto y tampoco quieren que nadie nos la cuente. El mundo sigue andando, como reza el gran tango, fuera milongas. Para poder entenderlo -dicen- hay que ser argentino.
Tres días de luto oficial, gases lacrimógenos, anti disturbios, capilla ardiente interrumpida por la turba dislocada que se agitó como nunca en esa casa rosada que albergó sus restos mientras pudo. Tiros, detenidos, peleas, bronca y mucho llanto. ¿De qué planeta saliste, loco?
En 2019, Argentina se manifestaba, por quinto año consecutivo, contra la violencia machista. Ahora, "el feminismo no es rendirle cuentas a ustedes", así se expresó la actriz Thelma Fardin, quien se despedía de Maradona con estas palabras: "A Dios". La misma, fue contratada de junio a octubre por 55 mil pesos mensuales para dar charlas sobre violencia doméstica y abusos.
Sos el más grande, pelusa. Cómo la pegaste, genio. Cómo la pegaste.
Sus compañeros de equipo afirman que era muy buen compañero, divertido, sencillo, generoso. Como tantos maltratadores que de puertas afuera resultan los seres más encantadores de la Tierra. Y seguramente él era ambas cosas, porque se puede, sí, es esa la fórmula para no ser creídas, la llevan dentro incluso en el alma de sus hijos, que defenderán a ese gran padre hasta el fin de sus días.
La pegaste, Diego, la pegaste como nadie. El mejor futbolista del mundo descansa ahora en paz, y todas sus mujeres, afortunadamente, también.