Titi de Saboya, la princesa rebelde

Titi de Saboya, la princesa rebelde

Hija de los Reyes de Italia, la princesa María Beatriz de Saboya, conocida como Titi, se puso el mundo por montera desde que llegó al planeta Tierra.

Opinión | 02 de septiembre de 2020
Consuelo G. del Cid Guerra

Ante todo (y todos) fue una gran amante de la ruleta rusa, y su pistola apuntaba directamente a una desdicha ligeramente comprensible para quienes la conocen realmente.

Hija de los Reyes de Italia, la princesa María Beatriz de Saboya, conocida como Titi, se puso el mundo por montera desde que llegó al planeta Tierra. Rebelde como pocas, se enamoró de un torero español al que no conseguía seducir, y ante tamaño fracaso sentimental decidió jugar a la ruleta rusa con su pistola de empuñadura nacarada, disparando contra sí misma. Consiguió sobrevivir y fue ingresada en la Clínica psiquiátrica López Ibor con un nombre falso: María de Sarre.

Desde mi más tierna infancia seguí las peripecias de Titi. Me parecían absolutamente fascinantes todas sus andanzas y creo que incluso llegué a soñar ser como ella. De aquella infancia hoy perdida conservo un nombre determinado en la memoria: Maurizio Arena, el actor italiano; segundo fracaso de la princesa. Una pasión desbocada que no llegó a ninguna parte. El actor, de muy mala fama, estaba casado con una azafata y mantenía varios romances al mismo tiempo con una larga lista de mujeres entre las que se encontraba Linda Christian, madre de Romina Power.

Titi y Maurizio llegaron a Roma, donde él fue detenido acusado de varios cargos pendientes. Murió a los 45 años de un infarto fulminante.

La vida disoluta de Titi iba de escándalo en escándalo hasta que conoció al diplomático Luis Reyna, con quien pretendía casarse prácticamente en el acto. Reyna, asustado, rompió la relación, y Titi se lanzó al vacío desde el balcón de su residencia suiza tras haber ingerido una botella de wisky. Fue ingresada en coma, aunque sobrevivió nuevamente.

Pese a todo, se casaron en 1970 y tuvieron tres hijos. Fue entonces cuando Titi consiguió una cierta estabilidad y fueron muchos los periodistas de la época que llegaron a hablar incluso de lobotomía , tal era el cambio vital de la princesa, entregada por completo a su familia. Se acabó el mundo de la noche y las fiestas desenfrenadas donde no existía un mañana.

Sin embargo, duró lo justo. Su hijo mayor falleció a los 24 años tras tirarse por el balcón, emulando a su madre en el pasado. Tras semejante suceso, Titi entró en un proceso depresivo y de alcoholismo que acabó con el matrimonio.

Pero la vida tenía preparada otra muerte especialmente dramática y retorcida: su ya exmarido apareció sin vida en una bañera con una cuerda en el pene y ahorcado con el cinturón de su albornoz. Se habló de crimen pasional y el chófer fue investigado.

La gran amante del abismo y la ruleta rusa parecía atraer de una forma eléctrica un límite y otro, franqueando todas las fronteras del peligro existentes y mucho más allá de la imaginación.

Su hermano Víctor Manuel de Saboya tampoco se quedó atrás. Acusado de tráfico internacional de armas, en 1978 se produjo un incidente en Córcega en el que murió un joven producto de un disparo producido por Víctor Manuel en una pelea. No tenía licencia de armas. Acusado de homicidio involuntario, quedó absuelto, aunque condenado a seis meses de cárcel por tenencia ilícita de armas.

En 2002 fue demandado por su hermanas al quedarse con la herencia materna.

A los 69 años fue arrestado en Varenna por proxenetismo y corrupción. Estuvo preso poco tiempo para pasar a un prolongado arresto domiciliario. Más tarde anduvo en confusos negocios de máquinas tragaperras y juegos de azar, siendo nuevamente detenido.

La joyas de esa corona italiana dieron mucho que hablar en su tiempo, memorables por sus hazañas y encomiable con respecto a la vehemencia de Titi, a quien le importó siempre un soberano bledo el qué dirán: como tiene que ser. Estefanía de Mónaco no ha sido más que una pésima imitación en estado cutre.


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