Podredumbre judicial en el Constitucional

Podredumbre judicial en el Constitucional

Tras revelarse el comportamiento del TC en el caso del procés, se evidencia que la justicia española ni es independiente, ni es imparcial, ni es justicia.

Opinión | 13 de febrero de 2020
Pere Borràs

Tras la filtraciones que han sacado a la luz las vergonzosas maniobras del Tribunal Constitucional para quebrar las garantías de los enjuiciados en el procés, la credibilidad de la justicia española es una historia de fantasía que solamente los más idiotas podrían tomar por cierta.

La fruta es buena, es saludable, hasta que se pudre. Nadie en su sano juicio se llevaría a la boca una manzana podrida. Con la justicia pasa igual. Y una vez podrida, su estado ya no es reversible. La justicia está putrefacta. ¿Quién la desputrefactará? El desputrefactador que la desputrefacte, buen desputrefactador será.

Ahora se sabe que el TC desarrolló una estrategia ad hoc para evitar que el TEDH pudiera tratar los casos de los encausados en el juicio del procés. Para ello, se estableció admitir a trámite todos los recursos de amparo presentados por los acusados, procedimiento necesario previo a su presentación ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Una vez admitidos a trámite, estos quedarían “congelados” en el tribunal y no serían resueltos antes de la sentencia condenatoria por parte del Tribunal Supremo.

Siguiendo este modo de operar, la mal llamada justicia española se aseguraba de que los presos, en esos momentos preventivos, no podían acceder a un tribunal superior e imparcial que analizara si se estaban quebrantando sus derechos.

Hablando claramente, el tribunal se comportó de forma tal que se pudieran violar sus derechos sin posibilidad de amparo, algo en principio contrario a su razón de existir. Como se dijo antes, lo mismo que pasa con la fruta cuando se pudre, que deja de ser sana para ser todo lo contrario.

El sistema judicial de un país es un órgano vital del mismo. Si este enferma, el organismo entero, el estado en este caso, corre un grave riesgo. Mucho antibiótico habrá que meter para salvar al estado de la muerte, porque la infección que padece su órgano judicial no presenta un cuadro halagüeño, y el paciente ya empieza a mostrar signos preocupantes, con delirios incluidos.

 


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