Encarnació Hernández Clotet

Encarnació Hernández Clotet

"Las buenas personas están hechas de acero inolvidable". Esta es la última cita que colgaste el 7 de enero. Cio, tú, que empezaste la lucha antes que yo, y te encontré como el que encuentra un tesoro: SISTER.

Opinión | 14 de enero de 2020
Consuelo G. del Cid Guerra

Para nosotras nunca existió otro tratamiento. Quienes se reconocen como tales al pasar por el mismo infierno, nos sabemos de sobra.

Cuántas tardes en Barcelona, intercambio de libros, conversaciones memorables, documentales en los que colaboramos juntas, tu egregia valentía al enfrentarte a los medios por primera vez: firme, cogidas de la mano en el plató, como si algo (nunca alguien) nos pudiera separar o cortar el discurso. ¡Qué orgullo verte conferenciar en el Colegio de Abogados!... "quién nos lo iba a decir" -me repetías.

La mejor madre del mundo, hermosa por dentro y fuera; con esa voz eternamente templada que conducía acuerdos. Contigo no me ha quedado nada pendiente: siempre te dije que te quería muchísimo, lo sabías y nos lo demostramos mutuamente. Esa era nuestra habitual despedida telefónica. Has luchado hasta el final como una jabata, dando ánimos a todos, pero ahora, me faltas tanto que será muy difícil superar esto. Tú estás hecha de acero inolvidable, lo juro.

Te prometí que seguiría luchando hasta el final, y sabes que lo haré.

Sonrisas, carcajadas, recuerdos, comidas en Madrid, viajes, atardeceres, búsqueda de documentos, paseos por Ciutadella, frío, calor, abanicos, flores... una vida.

Te espero en el paraíso, allí donde Eva no nos podrá desterrar. Te quiero, sister.


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