Cerré los ojos e intenté cerrar mi mente, establecer un paréntesis, pero, como otras veces, mi mente siguió activa. En vista de ello volví sobre mis pasos y en la penumbra, con gesto autómata, me miré en el espejo. Gruesas pinceladas violáceas rodeaban mis ojos y un rictus de ansiedad agitaba mis labios, haciéndolos temblar ligeramente. En mis oídos aún resonaba la puerta al cerrarse. ¿Cómo suena una puerta cuando quien la cierra es tu vida y lo hace desde fuera?
-Ya no?, me dijo. -Yo haré?, seré?, cambiaré, dije en un desesperado intento por retenerla. Ella me miró y en sus ojos había lagrimas y también determinación . ?Lo siento? ya no?
Y retumbó la puerta. Al cerrarse por fuera. Y quien la cerraba era mi vida.
Han pasado tres meses y aún siento el golpe duro, seco decidido? El golpe de mi vida al romperse.