Otra jarra de VIDA

Sí, ya lo sé. Deja de martillear el cerebro con tantos ruidos. Parece que los provocas desesperadamente. El óxido no perdona, me dices. No te empeñes, estoy en mi monasterio de clausura y, al menos, de momento, los muros son más o menos resistentes. Con algún que otro desperfecto, pero aguantan.

Opinión | 21 de marzo de 2009
Gloria Mateo

Por cierto, hace tiempo que no veo al cura. Me he preguntado siempre por qué le llamamos cura. ¿Nos cura algo? Al menos, la palabra hace sugerencia a algún fármaco, no sé si genérico o de marca. Nos viene a sanar, dice la madre superiora, el alma. ¿Pero alma no es igual a psique y ésta no es igual a mente? Entonces?claro, es que en este convento andamos todos, incluido el jardinero, medio locos. Por eso viene. ¡Leñe! No había caído?

¡El cura y el jardinero! ¡Sólo dos hombres para tanta mujer...! Siempre imprescindibles y escasos. Hoy me va a tocar reñir con alguna, seguro.

Que no me lo repitas tantas veces. Al final, tengo asumido que tú ganarás la guerra. Pero aún me queda la victoria de alguna batalla. Por eso surge como un volcán mi rebeldía: tengo anemías y deshidrataciones por todas partes. Sí, en plural. Pero no de sueños, ¡eh! Haz más ancho el horizonte y déjame que me ponga, a escondidas, los tacones, las cremas reparadoras y el rimmel que guardo debajo del manto de la virgen en mi habitación. Si se enteran en el convento, me excomulgan, seguro?

Hoy me estás martirizando especialmente ¡Vete a hacer puñetas!

¡Ahora mismo, me voy a beber otra jarra de VIDA!

 


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