Campan a sus anchas extendiendo informes (desamparo) en los que el fondo no se identifica con la forma. A muchas de sus víctimas (porque son suyas, sin duda, en eso las han convertido) no se les permite entrar con su abogado. Se arrebatan hijos con patada en la puerta, montando un escándalo considerable sin contemplar el trauma que se genera en ese niño, rodeado de policías, con su madre llorando y camino de un centro de menores cuya dirección ni siquiera se facilita. Con semejantes líneas de actuación, la madre pobre tiene más miedo que pena, y la mujer maltratada incluso se cuestiona una sumisión humillante con tal de no pedir ayuda a los Servicios Sociales, que tacharán de "inestable" su hogar, y al menor le colocarán en un tris la etiqueta de marras: "en riesgo". Con todo ello, un sinfín de mujeres destrozadas, de niños institucionalizados a cambio de ese "estudio" que se prolonga hasta seis meses y por el que la institución recibe un dineral. Mientras tanto, las llamadas de desesperada atención en redes sociales por parte de las madres, aumentan de forma tan sensible como alarmante. Intentos de suicidio grabados en vídeo, amenazas temporales, producto de grandes crisis ansiosas, hacen que amenacen con presentarse en los centros de acogida con intención de llevarse a sus hijos por la fuerza, o en la casa de las familias dulcemente acogedoras por durante seis meses, puesto que al séptimo se inicia el proceso de adopción legal. Cuidado: Ustedes no son los dueños de esos niños que pretenden convertir en hijos del Estado. Sus madres se están organizando lentamente, y esa unión hará la fuerza. La misma con que no pueden retirar tutelas a familias gitanas, porque las temen. ! Cuánto le queda por aprender al payo!. Que los dedos acusadores no se dirijan únicamente al "técnico 313", a "Elena y Montse" o al lucero del alba. Empiecen por dar sus nombres completos, como lo hacemos todos, para ser identificados como corresponde.