?Seguí caminando. Llegué al control. Me despedí del funcionario. Crucé la raya y pisé la libertad. Miré hacia atrás. Guardo en mi retina la imagen del edificio en aquel día caluroso y soleado. No sentí una brizna de rencor. Sonreí.
Diez años de mi vida quedaban atrás, algunos de ellos prendidos de aquellos muros, de aquellos alambres, de aquellos olores, de aquellos gritos enloquecidos, de aquellas madrugadas serenas, y de algunos que se alegraron al tiempo que sintieron que aquel día fuera el último de mi vida como prisionero de Alcalá Meco.
De momento había ganado porque había conseguido soportar lo insoportable y tolerar lo inevitable sin el menor daño interior.
Ahora me sentía libre, pero libre de verdad?.
Mario Conde.
Memorias de un preso. MR Grupo Planeta.
Memorias que se suponían tan acabadas como publicadas y que ahora, vuelta a empezar con más ¿de lo mismo? deberían continuar. Decíamos ayer... la detención de Conde ha sorprendido a muchos, y sus seguidores parece que le acompañan en el sentimiento apostando por una presunción de inocencia que se mantiene débil. Mario Conde, envidiado por esa gran naturaleza española que todo lo destruye, ha caído de nuevo entre rejas.
Todo aquel que escribe y publica es prisionero de sus palabras, y yo no borro ni una. Fui una gran defensora de Conde en su tiempo. Mantengo aquella defensa como mantuve grandes discusiones con amigos y conocidos cuando se linchó al hombre necesario, ultrajado, vilipendiado, machacado y maldito. Pero ahora ya no sé quién es ni entiendo de qué se trata. Ni siquiera me cabe la reflexión mínima al respecto : No hay por dónde empezar, perdí el norte de un personaje que buscó seguidores de una forma sutil, cuya intención se me hacía tan evidente como comprensible.
No me gustan los aires de grandeza, me niego a seguir el peloteo inconsciente de una mediana turba que atiende falsas estrellas, planetas que desconoce y demás meditaciones convocadas al alba. Dar la cara es otra cosa, y apoyar, muy arriesgado en semejante intemperie. Las cazas de brujas existen, la manipulación informativa se ha convertido casi en un catecismo social que aplica una determinada mayoría (que no inmensa) dejándose llevar por titulares sin entrar en contenidos. Conde, el gran amante de la propiedad privada, creyente, religioso experimental, gurú al borde de Dios, el que dijo llevar "cinco o seis mil euros en la cartera, por si acaso", ha perdido una vez más el mayor tesoro de cualquier ser humano : La libertad. Sus memorias de un preso quedan ahora muy cortas, y algunos afirman con contundencia que es un personaje socialmente muerto. Mentira. Está más vivo que nunca. Sólo él sabe lo que ha hecho, y a las pruebas se remite sin destinatario claro. Voceadores, apóstoles, adheridos, enemigos, circundantes, advenedizos, socios, trepas y demás lacazanes. Su condena impide muchas otras condenas, tan actuales como evidentes, con distintos nombres y apellidos también Honoris Causa. La verdad, quién sabe dónde.