Hacen una ortopantomografía y te sientan en la camilla. Diagnóstico rápido. Te pasan a un despacho donde una chica, también jovencísima, presupuesta rápidamente: 9 mil euros. Y entonces, oh magia, muestras tus fotocopias: Ni las mira. Le da a una tecla, y de 9 mil euros la cosa se queda en dos mil, así, por las buenas. Ahí ya me mosqueo. Y viene el paso de la financiación: La chica te explica con prisas cómo mentir a las financieras para que la cosa cuele. Me pierdo.
Salgo a la calle y pienso, aquí hay gato encerrado, de dentistas sociales nada de nada. Y me voy a Google. !Zas!... lo que imaginaba. Nada de subvención. Los dentistas, recién salidos de la facultad, cobran un sueldo miserable que no llega a los 900 euros y trabajan doce horas. El cuadro perfecto para ofrecer tratamientos a precio de saldo. Leo opiniones de pacientes a los que les han destrozado la boca. Y me asusto. Y pienso que debo contarlo para que no piquen los ingenuos como yo.