Sobre esa casa irreal han apostado 140 caracteres en twitter, miles de comentarios en el gran libro de caras y demás. La opinión tendrá las patas muy cortas próxima-Mente. Me pregunto qué sucede con la -todavía- infanta, casada con el que fue novio de la peluquera y despojada de su ducado. Me pregunto si entrará su -todavía- marido en la cárcel, si el ex Rey pediría perdón de nuevo, si la ex Reina acudirá a la reunión anual del Club Bilderberg y muchas cosas más. Las plumas hábiles van a jugar con las palabras y sus metáforas como nunca jamás en busca de una inocencia que será cuestionada a la primera de cambio, cual moneda encoñada en cualquier arco de triunfo millonario o egregio. La vergüenza, tan consumida como asumida. Por los que callan, por los datos patéticos y lamentables, por ese pánico a lo que viene, lo que hemos y han sido, muy lejos ya del respeto. Hubo tiempos mejores, aunque no felices, cuando España iba "bien" y los hijos del engaño tragaban con todo mientras se daban créditos a destajo. Si ahora hay que tragar de nuevo, que sea tras un lavado de estómago y un par de lobotomías tipo nido del cuco, no sea que nos muevan. Que el cobarde no esconda sus dedos bajo el teclado sin mover pieza y mucho menos sofá. La vagancia es lo que tiene: Mayoría valiente que no levanta el culo, acusa, insulta y larga por boca analfabeta. Se acabó lo que se daba. La mejor señal, evidente por excelencia, no es otra que la calle. Atestar y apestar. Manifestarse en masa contra semejante medida por una libertad de expresión agonizante:
Antonio Machado.