Dicha aseveración, que ya hemos aceptado que es cierta, da a entender que en la realidad los perros, en general, viven mejor que muchas personas. Lo cierto es que hay personas que se encuentran en situaciones francamente lamentables, y lo mismo sucede con los perros. Pero lo peor que le pueda suceder a un perro, le sucede a los perros con mucha más frecuencia con que le sucede a las personas lo peor que les pueda suceder. Por poner un ejemplo, son muchos los galgos y podencos que terminan sus días ahorcados en árboles porque a sus ?dueños? ya no les sirven para cazar. Esta práctica, tristemente extendida, refleja que aunque haya perros que viven mejor que muchas personas, son, porcentualmente, muchos más los perros que viven (y mueren) en circunstancias mucho más infernales que las peores torturas a las que una persona pueda enfrentarse.
Lo peor, sin embargo, es la intención con que se proyecta semejante frase. Por lo general, esta afirmación y otras de la misma naturaleza se expresan cuando se reivindica un trato más humano hacia los animales. Llegados a este punto, tal vez, uno debería considerar si, ya que la afirmación es cierta, prefiere que los perros NO vivan mejor o prefiere que las personas SÍ lo hagan.
Frente a tal escenario, pues, quien expresa esta circunstancia debería luchar más por las personas antes que acusar a los que luchan por el bienestar de los animales como si fueran los responsables del malestar de las personas. Sobretodo porque eso no es así. Quien lucha por el bienestar de los animales lo hace porque cree que los animales son merecedores de mayor consideración, sin que ello entre necesariamente en conflicto con la opinión que puedan tener sobre la situación de muchas personas desafortunadas. Tal vez, quizás, si quien lamenta que algunos perros vivan mejor que muchas personas lo vieran desde la perspectiva (que usan los animalistas) de que muchas personas viven peor que algunos perros, actuarían en favor de las personas desafortunadas antes que dejar constancia de que hay perros (pocos) que viven mejor que algunas personas.
Y ahí está el sesgo cognitivo que lleva a lanzar afirmaciones tan peligrosas. Que algunos perros vivan mejor que muchas personas, o que muchas personas vivan peor que algunos perros, son la misma realidad pero enfocada desde ángulos distintos. En el primero, el problema es que los perros viven mejor y se llega a la conclusión de que no hay que luchar por los perros. Se trata de una estrategia de inacción, pasiva, infructífera. ?No luches por los perros, que algunos viven mejor que algunas personas?. En el segundo, el problema es que las personas viven peor, y se llega a la conclusión de que sí hay que luchar por las personas. Es una estrategia de acción, activa, fructífera. Y si observamos la historia con perspectiva, todo aquello que ha mejorado el mundo han sido acciones, no estados de pasividad.
Por tanto, el problema no es que se luche por el bienestar de los animales porque haya algunos perros que viven mejor que muchas personas. El problema es que hay muchas personas que viven peor que algunos perros. Y si eso le parece mal a alguien, no debería impedir la lucha de los que luchan por los animales; debería luchar por las personas.
O callarse.