Más tarde, resulta que en un pueblo de Teruel se produce un alunizaje en la sede del Partido Popular. El coche, empotrado, cargaba dos bombonas de butano y algo de un explosivo que no me queda claro, como tampoco la noticia. Primero saltan los digitales a saco, puestos para la ocasión, y largan titulares diciendo que se trata de un empresario arruinado en cuya desesperación pretende cargarse a toda la clase política. Y yo voy y me lo creo, pero a las pocas horas, se despacha ABC diciendo que se trata de un enfermo mental, esquizofrénico, parado de larga duración. Hijo de un pintor de brocha gorda ex alcalde socialista de Alicante.
Pues bueno. La cosa se extiende más y resulta que el hombre, de 37 años, cuenta con antecedentes por haber robado un coche en el pasado. Estuvo, también, ingresado en un psiquiátrico. A Rajoy le falta tiempo y visita la sede, porque como la crisis se ha acabado, ahora tiene tiempo. Que los daños podrían haber sido importantes y que los de Podemos, descastados todos ellos, argumentan que la desesperación conduce a semejantes actos. Los otros, cómo no, hablan de un acto terrorista en manos de un loco que ni es empresario ni lo ha perdido todo -excepto la razón-. A saber de las atenciones médicas al muchacho, porque con los recortes sanitarios puede pasar cualquier cosa. En resumidas cuentas, no hay que lamentar pérdidas ni heridos, aunque he sido informada de que alguien ha colocado un anillo en la Cibeles. Felices fiestas a todos.