A lo peor no es él todavía y espera saber a quién espera el muchacho teñido de rubio. Desde tu voz todo se vislumbra, el mar carece de tiempo, desde tu voz todo se convierte en mohín reiterado. Van a venir en tu socorro, te darán placer. No obstante te entregas a una nueva sumisión, el odio estraga cualquier promesa que tengas que recordar.
Ayer la niebla rodeaba tus rodillas con ahínco. A lo peor no hay manera de que sea él el que debe disfrutarte. A lo peor nos dice palabras que semejan ser algún engaño y no son más que bollos para mojar en la leche, historias de santas y de santos, muchachas en cuclillas. Cree en el humo. Imagínate que nadie está contigo, sin embargo te pertenece su bondad, o su amargor. Sin apenas quererlo ya te has marchado, lo mismo que todos, y fustigas las sienes con fiebre porque es un cuerpo aterrado también el que escruta tus caricias horrendas, el que no está. Apiádate de mí, te contesta sin desprecio.