Flecos

Desde el poema no se distingue, no se le advierte ningún parecido con la fallecida, no conserva siquiera sus vellos en cajitas, no está tampoco con vosotros. Habrías de valorar bien su fama de bucanero, recordar su sempiterna cantinela en el instante justo de despedirse de ti.

Opinión | 02 de abril de 2009
Luis Miguel Rabanal

No creas que no te estimaba en lo posible y en lo diverso, haciendo que se iba cada vez que te idolatraba, imaginando por tu culpa y para ti pecados riquísimos. El poema recurre a tu vestido, te lo quita de golpe como si un leve temblor cerrase tus párpados y azotara tus nalgas con avivado deleite. Van a abrazarte ahora mismo los gnomos. Por otro lado, ningún niño contempla el efecto que produce tu martirio, tienes mucha fortuna, tienes un incipiente lunar que no te corresponde y que alguien extravió sobre tu espejo, el día más agrio, el día que tú quieras...

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