Vellos

Se requiere un don especial para terminar con todo, no hay nadie asomado a la ventana a quien insultar, su camisa esta vez es completamente blanca. ¿Quién es el que aguarda a ser reconocido por ella? ¿Dónde estaba la noche de los actos, la de los actos menos dolorosos, dónde constaba su predicada honradez?

Opinión | 31 de marzo de 2009
Luis Miguel Rabanal

Quienquiera que fuese se trataría de alguien abrupto, su cuello cortado con suma celeridad, como si no quisiera haber sido jamás el convicto. El no merece estar ahora en este cuarto. La dama desolada, con su cabello rapado y su grandeza, yace exhausta y satisfecha. Nadie la reclama por ahora, es su coño pasto de tahúres. A lo mejor no debes socorrerla. Es tarde cuando menos lo esperas y fuman un tabaco distinto que ya no soportas. Has de orinar primero para no quedar, le dice. Quienquiera que fuese no es el adulador que deseabas, con su boca triste, lo mismo que un embozo, con sus manos atadas a tu espalda, lo mismo que un escorpión sin veneno ninguno, con alcohol y pesadumbre.

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