Esta mañana me he dormido

Esta mañana me he dormido; a pesar de poner el despertador para que suene a las 7 h. y nuevamente a las 7, 30 h, no lo he oído y ahora ¡se me ha hecho tardísimo!.
Ah!, no me he presentado: me llamo Claudia, tengo 38 años y hace dos que me divorcié del que había sido mi novio ?de toda la vida?.

Opinión | 13 de septiembre de 2013
Zoe Carcassonne

Durante mi matrimonio llegué a pensar que era anorgásmica? no sentía nada y eso me desesperaba. Recuerdo haberle comentarle alguna vez a mi ex ?como me gustaría tener uno de tus orgasmos?; pero, claro, como todo hombre se escudaba en que la sexualidad femenina es más sutil, etérea, frágil? ¡¡¡Anda yá!!!... Dos años antes de divorcio, una mañana cualquiera, de un día corriente me levanté, me acerqué a la cocina donde estaba él desayunando y me pregunté ?¿qué hago con un hombre al que no amo, un hombre que se ha convertido en mi compañero de piso??, con la diferencia de que nuestra época de universitarios hacía tiempo que había pasado.

El divorcio fue fácil. Tras ser acusada de falta de romanticismo, nos casamos con ?separación de bienes? y mi nulo sentimiento maternal hizo que nunca nos hubiésemos planteado tener un hijo. Además, el piso es mío. Tras fallecer mi padre, mi madre quiso repartir la herencia en vida y así fue como, tanto mi hermana como yo, tuvimos un piso de nuestra propiedad. Una vez divorciados, llamé a una empresa de mudanzas a cuyos operarios les pedí que se llevasen todo mi ?pasado matrimonial? perfectamente guardado en cajas de cartón.

En cuanto a mi anorgasmia, como si fuese un milagro, desapareció a la misma velocidad que desaparecieron las cajas con todos los objetos propiedad de mi ex marido. Siempre he dado la imagen de una mujer experta, experimentada?nada más lejos de la realidad.

Tras quince años de matrimonio jamás fui infiel al que era mi marido. Llegué a pensar que el sexo era eso, lo que yo sentía. Pero ¡qué equivocada estaba!. Un año antes de firmar la sentencia del divorcio, ya no dormíamos juntos y fue entonces cuando empecé a experimentar con mi cuerpo. En este campo era una absoluta inexperta pues nunca me había masturbado. Supongo que asistir a un férreo colegio de monjas y mi falta de curiosidad bastaron para mi escaso interés. Pero, ¡guau!... recuerdo el primer día en el que, ?espejo en mano?, comencé a observar aquellas partes de mi cuerpo que por falta de curiosidad nunca había visto y, por supuesto, nunca había tocado.

¡A ver!... si las había tocado en la ducha, en la bañera pero dentro del contexto de la limpieza íntima, pero lo que no había hecho era acariciarlas, recorrerlas con los dedos de mi mano y?¡madre mía!... cuando sentí mi primer orgasmo creí que iba a morir debido a la catarata de emociones y sensaciones que jamás había conocido.

Ahora ya soy una experta y reconozco que el sexo me entusiasma. La noche en la que deseo placer, dispongo de todo lo necesario para que todo salga a la perfección. Pongo un CD de baladas de Elvis Presley?su voz ?me pone? y excita; bebo un poco un licor dulce que siempre me reconforta, pongo una luz tenue y elimino todos los muebles que ocupan la alfombra de mi salón. Sí, he dicho salón y no habitación. Necesito una superficie dura para hacer lo que me provoca placer. Desnuda empiezo a acariciarme dulce y suavemente hasta que noto que el epicentro de mi cuerpo empieza a generar calor y humedad. Es en ese momento cuando introduzco mis dedos en mi interior?el índice, el corazón, el anular, el meñique?el pulgar, no?el pulgar lo uso para presionar sobre mi pelvis. Las piernas, siempre cruzadas con fuerza. Boca arriba, golpeo mi cóccix contra el suelo, siguiendo el ritmo de la canción que esté escuchando en ese momento?me giro, y boca abajo hago chocar mi cuerpo con mi pelvis?Pasado un tiempo de puro placer, empiezo a notar una maravillosa sensación de deleite y satisfacción que asciende por mi cuerpo, recreándose en el estómago y mi garganta?y que experimenta el cúlmen del máximo gozo justo ahí, donde eclosiona como una flor se abre con la salida del sol.

Máximo placer, puro goce.


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