La pobreza,como casi siempre,condición determinante para perpetrar sus mandamientos,los diez de toda la vida y los que se sacaron de la manga para gobernar mentes, controlar vidas y anular personalidades.
El origen de semejante exterminio no era económico.Partía de aquel patrón moral a seguir, por las buenas o por las malas.Y sí,he escrito exterminio, porque lo era.
Monjas,curas,médicos,comadronas,enfermeras.Completamente convencidos,todos y todas,de estar haciendo el bien,mientras se extendía esa esquizofrenia social sembrada por Vallejo-Nájera,quien hablaba del gen rojo pronunciándose como el gran inquisidor:
"La idea de las íntimas relaciones entre marxismo e inferioridad mental ya la habíamos expuesto anteriormente en otros trabajos. La comprobación de nuestras hipótesis tiene enorme trascendencia político social, pues si militan en el marxismo de preferencia psicópatas antisociales, como es nuestra idea, la segregación de estos sujetos desde la infancia, podría liberar a la sociedad de plaga tan terrible".
La inferioridad mental de los partidarios de la igualdad social y política o desafectos: "La perversidad de los regímenes democráticos favorecedores del resentimiento promociona a los fracasados sociales con políticas públicas, a diferencia de lo que sucede con los regímenes aristocráticos donde sólo triunfan socialmente los mejores".
"El imbécil social incluye a esa multitud de seres incultos, torpes, sugestionables, carentes de espontaneidad e iniciativa, que contribuyen a formar parte de la masa gregaria de las gentes anónimas".
Se trataba de exterminar esa masa gregaria siguiendo el modelo nazi.España,imitadora de un Hitler tan bajito como Franco que condujo lentamente hacia el fuego eterno a cientos de miles de mujeres embarazadas.Ellos decidían quién era digna y quién no.Ellos,bajo su cetro de oro,empuñaron las armas estatales creando todo un menú de centros dispuestos a acoger, amparar y robar vidas.Vidas adultas y recién llegadas a una España fascista donde valía todo y la madre soltera no valía nada.Así,aquella siniestra institución llamada Patronato de Protección a la Mujer que funcionó con total impunidad hasta 1984,se encargaba de encerrar,redimir y someter a todas las que pensaran por sí mismas.A las embarazadas fuera del matrimonio, a las huérfanas,violadas,abandonadas,solas o perdidas en medio de esa gran piel de toro que les metió todas las cornadas por la espalda y en el bajo vientre.
Del Patronato se hablaron hace algún tiempo de pasada quienes pasaban de todo puesto que nada se sabía y menos se investigó.Citas bibliográficas,tesis,referencias escasas sobre un panorama desértico que ha insistido en conferenciar sobre lo urgente abandonando lo importante: Patronato de Protección a la Mujer,Ministerio de Justicia,sus desterradas recogidas en brazos de la patria,con su cruz a cuestas,penadas por sus penalidades,sometidas,vejadas y robadas desde las mismísimas entrañas hasta 1984.
El Patronato de Protección a la Mujer y sus juntas provinciales se encargaron de hacer desaparecer toda huella documental.Parte de los expedientes se llegaron incluso a tirar a la basura,otros fueron abandonados en sus dependencias como si el destino de miles de mujeres no importara nada.Ahora nos importa,tanto como para continuar rastreando la firma de Justiniano Rodríguez Fernández,el hombre que solicitaba formalísimamente y por escrito niños recién nacidos al centro de Peña Grande, conocido como Maternindad de la Almudena.Niños, deme usted niños y rapidito,que no nos sometemos a largos plazos de espera y contamos con familias cristianas pudientes y buenísimas dispuestas a adoptar en el acto.Niños,queremos niños,cuanto antes mejor.Niños de esas mujeres perdidas,caídas e irrecuperables que no deben ser madres porque así lo decidían ellos.No hace mucho me decía una ex interna: Nunca podré olvidar la salida de aquellos bebés en brazos de las monjas,aquella entrega a los padres adoptivos y a sus madres biológicas llorando desesperadamente.Hoy quisiera verles regresar.Espero el regreso de esos niños a los brazos de sus verdaderas madres, niñas sin derechos para pelear por lo más sagrado.