oh capitán, mi capitán

Oh capitán, mi capitán, tu altura se me eleva, desmedida en el tiempo volcando la cosecha corren vientos de escarcha apresurada los tejados amparan a dos cigueñas tristes luz de buena esperanza, frío de madrugada sombra de cascabeles sobre amantes tendidos bajo un manto de arena sin color,

Opinión | 16 de marzo de 2009
Consuelo G. del Cid Guerra

 

quédate para siempre, en ti confío

escribe bajo tus ojos y convoca el delirio

deja que nuestras legañas se arrepientan

qué frío?

Ay Capitán, cómo era de entonces

esperar sin llegar tus pasos de guerrero

acaso tengo más escarcha que veneno

ríos desdibujados que revelan

las pistas del camino de los años,

nunca pienses que miento:

nunca que desafío

es sólo que ausentarte tanto tiempo

y no escuchar tu voz y no tener momentos

hace que permanezca tatuada por tomar el relevo

que cualquier signo errante se haga minueto

en guardia por si el día acaso es diferente

qué miedo?

Y cuánto, Capitán, cuánto más debo

qué asuntos argumentan esta larga condena

por divina justicia y por tu muerte pesa

el color de aquella piel con desventaja

la que se despedía de mis dedos con tus llagas

no me importó curar ni hacerme eterna

me mantuve de pié , fuí tu soldado

por un collar de besos hasta el tacto serena

pensando en la piedad de lo más alto

con un peine de arsénico ordenando

imposibles cabellos rociados de cayena

es cuestión de minutos, me dijeron

quédate junto a él , coge su mano, espera

qué inmenso océano de dolor, mi Capitán

qué pena?


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