Estoy harta. Desgobierno, choriceo. Soy minero y forjé mi corazón con pico y barrena. Me han censurado la visa, es lo último que quedaba ya para encarcelar esta realidad. No me da efectivo, pero puedo comprar. Compro y no me lo aplaza, me deja en números rojos, como la roja, pero perdiendo, perdiendo, siempre perdiendo. Somos la roja, viva la roja, manda narices. Era yo una nariz superlativa que ya no puedo operar. Estoy en el márgen, pero con sandalias de marca-merca-dillo, ojo al dato. Este presente es terrible.Ni siquiera me admitirían de palmera en Eurovegas.
Se me ocurre que tal vez podría lavar cabezas en una peluquería, ser lectora de ciegos o mujer de los lavabos. Mamá, quise ser artista pero no me dejaste. Katie se ha separado de Cruise y dice que vive ya por su cuenta. Rajoy se apura en el rescate a la banca. La presidenta de las Madres de la Plaza de Mayo dice que España tiene hojas en blanco. Que no. Tiene aquella hoja roja de Delibes, que en paz descanse. La última oportunidad, el aviso final para liarse un porro. Porque para sobrevivir a todo esto, hay que estar colocado.