Con la brevedad de las horas que ya han sido vividas, con la náusea que producen los días de excesiva lluvia, con la mirada de los que no han vuelto el rostro para mirar por última vez, con el desprecio de las niñas, aquellas criaturas diminutas que ponían sus manos en las tuyas provistas del barro de cada una de las necesidades que se fueron, con el cuerpo cansado y en peligro la noche...
Con todo ello van a poseerte. Se conoce que han visto detrás de ti las casonas y el viento, las muchachas heridas y esa carraspera rancia por el vodka. De todas las maneras no te fíes de ellos, son los menos indicados para amarte, les tiembla mucho el pulso si te tocan, se les cae el cabello al mordisquear alrededor de tu lengua, de tanto anhelarte hasta han envejecido. Con solemnidad, con la que apuran en tus pechos los bandoleros más grises, como si nunca hubieras existido. Como él.