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Todo está muy alterado. Se me murió Withney Houston y lo escribo con pena, porque ha sido muy grande. Sorprendida, eso sí, por la asistencia de su ex marido al funeral. Bobby, causante de todos sus males, llora en público -en privado no sé-, pero no entona el mea culpa. Mucho daño causado. Inductor de la completa autodestrucción, y no será juzgado, ni siquiera públicamente. Me recuerda en demasía a la familia Jackson, que seguro le han dado el pésame. Ha muerto una estrella que perdió su guardaespaldas.

Opinión | 20 de febrero de 2012
Cordelia Colby

Por otro lado, Cristina de Borbón se lamenta en público por lo que -dice- están pasando. Y lleva razón la infanta, porque pasan de todo, puesto que no les pasará nada. Muy adecuada en tiempo y texto la autobiografía de Isabel Sartorius poniendo a los Reyes en un pedestal, me da que está calculada, medida y pactadísima, puesta para la ocasión -tal cual se acostumbra a decir-. La Sartorius vuelca su corazón contando lo de su madre drogadicta, hecho que al parecer sabía todo el mundo menos yo, y deja muy claro que los Reyes no se metieron en nada. Bien, pues no me lo creo.

A la que sí me creo es a la Sánchez Vicario. Arruinada y manipulada por sus padres, confiesa en sus memorias -que harán competencia a las de Sartorius- cómo la familia usó y abusó de su minoría de edad para administrar muy malamente sus ingresos. Tanto, que anda canina. Mucho han tenido que quitarle para que la chica se despache a lo grande, en una rueda de prensa sin preguntas que terminó con lágrimas. Ella, temblorosa, dijo lo justo, pero suficiente para levantar ventas a saco, que de eso se trata. A mí la chica me cae bien, y cabreada, mejor. Nadie como ella para decir: Punto y pelota.


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