Jamás estudiaré para que alguien me apruebe y sentirme dependiente de lo exterior. Siempre estudiaré para aprender y sentirme libre desde mi interior.
Jamás consideraré el estudio una obligación aburrida, triste y repetitiva. Siempre creeré que el estudio es un derecho y un medio apasionante para aprender y satisfacer mi necesidad de crear mundos mejores que el mundo injusto y lleno de mentiras o verdades a medias en que vivimos.
Jamás caeré en el memorismo mecánico de repetir lo que otros dicen. Siempre respetaré el proceso ilimitado de memorización, comprendiendo la información con atención, motivación y orden.
Jamás me apuraré para llegar antes cuando me ponga a estudiar. Siempre respetaré los pasos secuenciados, aplicando las habilidades de pensamiento que requiere el proceso de estudio: observar, analizar, sintetizar, memorizar, expresar y aplicar lo aprendido.
Jamás pensaré que ya tengo un método perfecto de estudio. Siempre podré distanciarme de mi forma de estudiar para descubrir estrategias adecuadas y mejores en mi forma de pensar, sentir y actuar cuando estudio.
Jamás estudiaré repitiendo el pasado mecánicamente o esperando llegar a ser alguien en el futuro. Siempre estudiaré disfrutando la alegría de estar en el presente, cuidando mi postura física y controlando mi atención mental.
Jamás obedeceré a nadie en lo que debo pensar, sentir, decir o hacer. Siempre elegiré libremente mis ideas, emociones, palabras y acciones.
Jamás pondré mi seguridad en la información o conocimientos adquiridos. Siempre disfrutaré de mi in-seguridad o seguridad interior, que es la que permite aprender o seguir probando y mejorando los conocimientos adquiridos.
Jamás creeré que tengo que tener razón ni entraré en discusiones infantiles o en luchas antihumanas por el control del poder. Siempre priorizaré actitudes realistas y respetuosas, que facilitan el aprendizaje continuo a través de nuestros errores y fracasos.
Jamás utilizaré la información y los conocimientos como fuentes de poder al servicio de comportamientos violentos y destructivos para mí o para otros seres humanos.
Siempre me preguntaré qué puedo hacer con lo que aprendo para mejorar la calidad de vida de todos los seres que compartimos el planeta tierra y el universo.
Jamás seré un yo esclavo de mi mente y los aprendizajes adquiridos. Siempre me sentiré un ser humano y estaré orgulloso de mi mente, porque sabe bien que su único y principal objetivo es la supervivencia de los seres humanos, ayudándoles a vivir cada día mejor.
Jamás me tropezaré con esta piedra porque cualquier tropezón o error será un punto de partida para seguir aprendiendo y viviendo mejor. Las piedras o fracasos que encuentre en mi carrera son sólo parte del camino que me lleva a lograr mis metas. El aprendizaje ensayo o error diferencia la humanidad, orientada a supervivir creando, de los animales programados para sobrevivir repitiendo siempre las mismas acciones.
Juan Antonio Saavedra Quesada.
Director del Instituto Pascal y de la Escuela de Ecología Humana.