Lágrimas

Muéstrale el rostro que jamás escondiste a no ser a quien te obtuvo bajo su desprecio. Dile que no, que hoy llevas ocupada casi la mañana. Junto a ti el sonido del mar ofrece ostentación al vigilante de los cuerpos, como si se tratara de un mercado insólito, el roce que te falta te lo daré de buen grado si me ayudas a entrar en ti, exclama, como si fuese día de extremada tristeza también, su boca en su boca y su glande haciéndose el bruto.

Opinión | 13 de marzo de 2009
Luis Miguel Rabanal

Dile que no otra vez, para que se habitúe al sermón del silencio, las palabras que rompen su simetría porque sí, porque sin ellas el fastidio debería ser el límite. Si solamente es tu vientre, ¿de dónde han surgido? A menudo cuentan por los dedos el tiempo que les falta por contar: argüir la postración, herir más deprisa de lo necesario, insultar a quien aún no tiene nombre. ¿Cómo es de desproporcionado su sexo si lo besas?

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