El pasado fin de semana pudimos encontrarnos por primera vez un grupo considerable de mujeres que pasamos por distintos centros franquistas de menores, que no nos conocíamos físicamente, que hemos dado testimonio por fin, atrás los miedos, las supuestas condenas, y corridos todos los tupidos velos. Esto es el principio de algo tremendamente importante. Lo haremos valioso incluso con penas gratuítas que pueden aparecer como epílogo, golpe de gracia, puntilla definitiva. No me importa. Lo único que cuenta es ese abrazo, todos los que nos dimos, transmitiendo un calor auténtico, de sangre, como lobas, guerreras, apostadas al tiempo que se obligó vivir. La infancia es un suspiro, y tantas adolescencias quebradas encontrarán su sitio alzando ?por fin- la voz.
Gracias. Muchas gracias.