Visiones de despedida

Eres... soy... somos...es...
Cavar un zulo a contrarreloj para enterrarte y que el peso de la arena se lleve tu recuerdo y se lleve mi duelo, y que el hacha de guerra se pudra como mi amor que ha oxidado ya su arma de tormento, y que pasen los años y sigas ahí bajo tierra, que tus palabras se las lleve el viento y que tus caricias sean polvo, arena que me araña el alma y besos que me queman la piel, mi universo que sin ti se acaba.

Opinión | 16 de noviembre de 2011
Cristina Sánchez Hernández

Que tu mano no suelte la mía ni en el olvido, que se fundan tus defectos y los míos y se den un paseo, que te veo hasta en las llamas del infierno, y ahora aléjate que me haces daño, pero sígueme por detrás, despacio, sin que te vea, no hagas ruido y no me dejes nunca sola, dime al oído lo que no quiero oír y ayúdame a odiarte que me cuesta no amarte y aunque me empeño no quiero marcharme.

Se me hacen tan extrañas las horas sin quererte que se quedan vacías y las paso mirando como me consume la vida, y solo cuando apareces en algún rincón aunque sea para dolerme más profundo, brillan estos ojos, sienten estas manos y vuela mi imaginación, pero eres corrosivo como el ácido de mis lágrimas y me abrasas por dentro con cada te quiero.

Sigo anclada en este océano de dudas, han naufragado mis ilusiones y es hora de decir adiós, hoy firmo mi acta de defunción, me siento frente a ti y sello nuestro amor con beso, me voy para no volver, me he perdido en ti y ya no sé como hacer para tenerme en pie, te quedaste con lo único bueno de mí.

Soy esa guitarra olvidada en el desván que se ha quedado sin cuerdas, que ha dejado de tocar, y  tú eres esos dedos que me hacían vibrar, lo admito, llegado el precipicio tan solo queda saltar, y allá donde vayas seguirte sin más, sin preguntar, agarrarme a tu cintura y no soltarte jamás, por peligroso que sea, ni en esta vida ni en el resto, te seguiré como la sombra, porque te amo aunque no deba.


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