José el Francés, que ayer se lió a tortazos con dos policías tras darse -supuestamente- a la fuga y no respetar el alto. Cantante fuera de sí, que de su mente ha borrado y ya no besa tus labios.
Y seguro que ambos, armados de clemencia, se acercarán a un templo de religión concreta para comulgar esa pastilla blanca que todo lo cura. Con sus sagradas formas, serán perdonados tras el ejercicio de la confesión, si es que se acercan al garito de madera donde siempre hace guardia un sacerdote. Con su libro de rezos, sin pistola, esperando administrar penitencias y ab-Soluciones. Que todo fuera eso. Al César lo que es del César, y lo demás en casa Dios.
-Está ud. Detenido. Cualquier cosa que diga podrá ser utilizada en su contra. Tiene derecho a permanecer callado. Si no tiene abogado, se le asignará uno de oficio...