¿Un canario en su jaula?

Hay diferentes opiniones sobre la decisión del gobierno de ir más despacio con nuestros coches, pero todos podemos estar de acuerdo en que ninguna autoridad debe obligar a las personas adultas a vivir encerradas ni a seguir una determinada dirección o camino en su vida, repitiendo hábitos que perjudican su salud y aumentan su malestar.

Opinión | 18 de marzo de 2011
Juan Antonio Saavedra


En la antropología filosófica se define el libre albedrío como la capacidad que tiene la persona para determinar la propia acción y lograr su autorrealización y autoliberación. Esta definición invita a no dejarnos guiar por nada externo, a asumir la responsabilidad en cada una de nuestras acciones y a elegir lo que es un bien para realizarnos.

En Ecología Humana respetamos esta forma de entender la libertad y trabajamos para que deje de ser una teoría y sea una experiencia real en nuestra vida cotidiana, pero caminar hacia la libertad implica un coste o beneficio y solemos preferir la seguridad de movernos sólo dentro de la esclavitud que nos permite la jaula de nuestras dependencias cotidianas.

Es posible que alguien diga que quiere ir hacia el sur, por ejemplo, a Maspalomas, a desnudarse y tomar el sol. Si se pone esta meta es porque lleva mucho tiempo haciendo lo contrario, que es ir los fines de semana a la cumbre y seguir con dependencias infantiles o familiares. Si prefiere la cumbre es porque cree que es mejor y menos arriesgado que verse sin nudos ni ropa; es decir, asocia la playa a algo amenazante y a un dolor idealizado mucho más grave que el falso beneficio de seguir con rutinas infantiles que le mantienen como un canario en su jaula.

La peor jaula es la mente, individual o colectiva, que nos engaña con prejuicios y creencias para seguir en la mediocridad y no lograr la calidad de vida que nos merecemos. La mente educastrada tiene muchas aulas y programas en los que quiere mantenernos encerrados para cumplir su meta, pero los seres humanos sabemos que el futuro será todavía mucho peor si no nos atrevemos a volar en la dirección que cada uno quiera para disfrutar al máximo de su propia realización.

Dentro de cada uno hay un ser humano que siempre está en el presente para saber el camino que nos lleva hacia metas saludables y de bienestar. Ojalá  que ese Ser nos indique la salida de la jaula en que seguimos inconscientes, como hizo el policía en este chiste que me contaron: Pararon a un borracho en un control de alcoholemia y pagó 50 euros de multa; a los 50 metros lo vuelven a parar y tuvo que pagar 100 euros de multa; a los 50 metros lo vuelven a parar y el policía le dice que si le da 200 euros, lo saca de la rotonda.

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