Charo Vega, demasiado corazón

Mientras que Charo Reina segura que a su tocaya Vega se le ha ido la pinza, Lolita se desmarca en un hábil taconazo telefónico cual gacela herida. Deja en el espacio sideral un sidral considerable, puesto que no queda claro lo de su abogado: ¿Denunciará, acaso, la primogénita Flores a su mejor amiga?...qué sangre, vive dios. ¿Dónde quedan esas noches de gloria en las que juntas arreglaron el mundo?...aquí hay un marrón importante. Y es que la envidia es muy mala. Charo Vega, sin hacer prácticamente nada más que aparecer, ha rebanado a cachos el pan y el vino, cual sacramento celestial de las divinas, porque sabe estar como nadie y tiene una gracia tremenda. Encima, no es que sea guapa, es que es un bellezón ofensivo para todas nosotras, las del montón. Y entre las montoneras escuece la fama.

Opinión | 08 de febrero de 2011
Consuelo G. del Cid Guerra

Beo, beo... (sí, Beo, escribo bien)... ¿qué ves?... una cosita... ¿y qué cosita es?... pues hay que jorobarse: Es una diva. Ahora sienten la necesidad de explicarse una serie de cheerleaders añejas que, prósperas en su tiempo, hace ya mucho que perdieron el tren, mientras Charo Vega se sube sin reparos a un tranvía llamado deseo, de todas la más hermosa, con un salero inusual, que no le hace falta cantar ni bailar, casarse o divorciarse, tener o no tener. Nobleza obliga. Y yo lo sabía, es que lo sabía desde el primer segundo en que la ví en pantalla, porque reconozco a una posible estrella mediática en cuanto la veo (sí, he escrito Veo).

Charo: Cuéntalo todo, no te cortes un pelo. Te propongo una serie a lo Bárbara Cartland en la que las princesas -pongamos que hablo de Madrid- también lloren, se suenen, tiemblen ante el retraso del período -latente- tras la cobertura inmoral de un torero, vividor, canalla o pijo. Ahí es nada. Eres la reina del momentazo, abusa del caché en lo posible, imposible, probable e improbable. Sácales los hígados porque si no, lo hará cualquier otra hortera periférica recién salida de gran hermano. Qué horror. Que lo tuyo no es de silla, es trono.

 


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