-No se preocupe usted. A ese cabrón le pongo en su despacho triple dosis de cera y se va a dar una hostia de la que no se levanta en un mes. Voy a causar ahora mismo la baja laboral del año. Déjemelo a mí, señora. Es un cacique, un animal, no tiene corazón.
Y el mandamás se cayó de cuatro patas como si hubiera pisado una piel de plátano. Pero no se rompió nada.
-Tengo otro plan, señora. Acostumbra a tomarse un café a las nueve en punto. Mañana le meto medio frasco de ?evacuol? y le pongo a cagar todo el santo día.
Se quedó blanco como la leche. El experto en mobbing estaba más despistado que un pulpo en un garaje. Debilitado por fuera y sin fuerzas para despedir a sus próximas víctimas. Es una forma sutil de mandar a la mierda sin palabras.
-Tranquila, le pillaremos. Llevo días recogiendo todo lo que tira en la papelera. No utiliza nunca el destructor de documentos. Tiene condones en uno de sus cajones y una teta de plástico.
-¿Una teta de plástico?
-Sí , señora. La toca por lo bajo. Pero la que más nos puede ayudar ahora es la recepcionista. A ella le entran todas las llamadas y los faxes. De momento que siga cagando, le quitamos la teta y los condones, hacemos que no le entre ni una sola llamada y se guardan todos los fax. Es decir, le incomunicamos. No aguantará mucho, créame.
-Eso es mobbing?
-Huy, no, señora. Eso es un ajuste de cuentas. Cada uno tiene lo que se merece. Le dejaremos sólo, nunca entenderá nada y acabará largándose, porque no aguantará ni la tercera parte de la presión que ha ejercido él sobre todos los demás que ya no están.
-Es usted un fenómeno, Cándida?
-No crea. Yo lo que de verdad soy , es una espía.