Morosa Ray Asnef

Morosa Ray Asnef

Mi nombre no es Bond. Ni James. No. Yo soy Morosa Ray Asnef. Así me han bautizado de nuevo cual adulta resucitada como si algún día hubiese muerto. No recuerdo del todo hasta cuándo he vivido como persona legal. No es que ya no lo sea, es que he entrado -porque me han metido- en otra dimensión.

Opinión | 29 de junio de 2010
Consuelo G. del Cid Guerra

Según pasan mis horas aumentan intereses, números rojos para quien siempre lo ha sido, listas y vistas, burofaxes, cartas y más cartas. Normales, certificadas, con y sin acuse de recibo cuando ni una sola lo es per se. Soy como una indigente pero de diseño.

El nuevo y último modelo social que se emperra en seguir adelante. En este planeta intergaláctico rodeado de cumbres costumbristas es que ya no hay quien viva. Es como meterse en un metro repleto de viajeros para ser empujada cuatro o cinco veces al día a la vez que te dan por un saco lleno de agujeros pero por el que no puedes salir ni escapar. Tengo el honor mancillado y el apellido sucio a fuer de repetirlo sobre cuarto de cuartilla donde aparecen los extractos : Es algo similar a las autopsias. Apareces en todos, mancillada y podrida. Una sombra gris que se acostumbró a estar en el mundo con forma de deudora. Y eso que perdoné, vaya si yo perdoné a todos mis deudores. No por el padrenuestro, que ya dejé de rezarlo hace mil años. No. Será por el padre mío, únicamente mío, que no me asiste. Y ese ángel de la guarda que -dicen- tenemos todos pero a mí se me larga de vacaciones o me deja en el paro. Claro que eso se debe a todo ese atajo de gilipollas que los puso de moda. Angeles por todas partes. En cuadros, libretas, mecheros, camisetas, museos... alas para volar.

Como no soy James Bond me queda poco tiempo. Voy a desaparecer como el Mago Merlín, camino de las Islas Caimán donde se esconde el oro. Y los piratas ríen a lo lejos de todos nosotros.


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