Si es que todo es negocio, todo se compra y se vende. La información digital esta siendo su cáncer y la libertad de expresión incontenida ese dulce veneno que se les ha escapado de las manos. Negras. Ya no nos pueden hacer comulgar con ruedas de molino porque todo sale en youtube a los quince minutos. Tampoco se puede hablar de la feria según le va a uno y otro porque verdad solo hay una y también se escribe, aunque sea en manos profanas, noveles o aspirantes a algo.
Mire usted, hasta San Dios al séptimo día no hizo nada esperando su bendito dominical envuelto en celofanes como las muñecas de antaño, con panfletos propagandísticos de marketing directo camuflados a modo de favorcillo por aquello del interés o los intereses comisionados, que tontos del todo no somos. Tampoco tenemos ya la pasta suficiente para adquirir las casas, mobiliario no urbano y demás fruslerías que los suplementos nos conceden. Alucino.
El País, el nuestro, el de toda la vida, ataca al gobierno legal vigente. Claro que en el holding este hay más, pero que mucho más. Y tiemblan los trabajadores, que son los más importantes. Tiembla el imperio que se les va de las manos porque todos tenemos ya pantallazo informativo a elegir. Y es que leer, lo que se dice leer, leemos más que nunca, a derecha e izquierda, y así sacamos la media. No tenemos que esperar quince días para comprobar si, con suerte, al fin nos publican una de esas cartas al director, porque podemos despacharnos a gusto en los comentarios. Un minuto, un nick, un correo electrónico que además no es mostrado y ¡zasca! Hemos opinado.
Además escribimos gratis. Si, gratis. Se acabaron las plumas de lujo, el editorial pagado, la opinión comprada. Y si queremos publicar un libro, ningún problema, pagamos y lo sacamos. Si, pagando. El negocio editorial ha creado una nueva modalidad de lucro : Escritores que pagan para difundir sus obras. Ellos son los autores, los insomnes, los trabajadores, los distribuidores, los maquetadores... y encima, para mayor comodidad, si después de soltar la pasta por publicar quieren un ejemplar, también hay que pagarlo. Se hace por Pay Pal. A mi el sistema ese, fonéticamente me recuerda al famoso "Paypay", por lo que mis nervios sensitivos, inconscientemente, me transportan a un paisaje del Caribe donde un tipo gordo, con camisa hawayana y bigote, se abanica. Así lo veo, pero puede que sea un espejismo producto del capital. No puedo extenderme mucho más porque tengo Prisa.