Peñagrande, te están poniendo a parir

Peñagrande, te están poniendo a parir

Antes que cante hoy el gallo, me habrás negado tres veces

Opinión | 20 de junio de 2024
Consuelo G. del Cid Guerra

CARA A

Voy a pedir plaza en Peña Grande porque es un lugar maravilloso. Las monjas, sensibles y amables, llaman "corazón" a las internas. Habitaciones preciosas donde se respira verdadero calor de hogar, a la par que respeto, comprensión, amor de bienhechoras cruzadas evangélicas entregadas en cuerpo y alma a unas pobres muchachas embarazadas, alimentadas por la gracia de Dios, recogidas, como debe ser, en un espacio digno donde los haya. No importa si te violó tu padre o el lucero del alba, parirás dignamente, la monja te dirá que lo has hecho muy bien, aunque también te dice que estar embarazada no te da derecho a ser madre, y hay que salvar al niño. Quiero vivir en Peña Grande, por favor, hagan sitio que vamos muchas, sedientas de dulzura y cuidados, porque allí, sin ninguna duda, estaremos a salvo.

Todo lo que se ha dicho durante los últimos trece años, es mentira. Mentira podrida. Cuánta maldad en boca de tantas y tantas mujeres que hablaban de cosas horribles. Dónde va a parar. A Dios gracias, por fin se ha sabido la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Las internas ayudaban a parir a otras porque así aprendían, las monjitas daban hasta chocolatinas de vez en cuando, premiando buenas conductas.

La comida era buena, no te insultaban en ningún momento ni hubo faltas de respeto, y mucho menos maltrato. Qué disparates se han llegado a decir, por Dios. Voy a rezar esta noche por la salvación de sus almas, tan perdidas como erradas, allí donde la calumnia partió de bocas cargadas de rencor y fantasía. Gracias, cruzadas evangélicas. Muchísimas gracias de todo corazón. Qué gran labor. Somos muchas las que nos disponemos a solicitar un reconocimiento a la memoria histórica para ellas, las cruzadas, heroínas donde las haya, bienhechoras anónimas que se entregaron en cuerpo y alma a unos cuantos miles de muchachas.

CARA B

Golfa, has desgraciado tu vida, si de verdad quieres a tu hijo y no eres egoísta, firma aquí, porque contamos con familias buenísimas dispuestas a hacerse cargo del niño. Tú no eres más que una puta, cállate y trabaja. Friega. Reza.

Si tienes frío, te aguantas. No hay más comida. Aquí, tu papá no paga. No tienes donde caerte muerta, desgraciada.

No grites. Vete a "la dolorosa", hasta que dilates. Y si no dilatas, ponte a fregar el suelo, siempre funciona. Cállate.

Si te diste el gusto, aguanta ahora el disgusto. ¿No te dolía cuando lo tenías debajo, puta? ¿Quieres un espejo para ver cómo pare una perra? Anda, firma aquí. Nosotras nos encargamos de todo. Es lo mejor para el niño. Deja de llorar.

Empuja, te he dicho que empujes. Podrías haber elegido otra hora para parir, niña, que me has estropeado la noche.

Lo siento, tu bebé, ha muerto. Pero no te preocupes, eres muy joven y podrás tener más hijos.

OREMOS. Del Evangelio según San Lucas.

Entonces le prendieron, se lo llevaron y le hicieron entrar en la casa del Sumo Sacerdote; Pedro le iba siguiendo de lejos. Habían encendido una hoguera en medio del patio y estaban sentados alrededor; Pedro se sentó entre ellos. Una criada, al verle sentado junto a la lumbre, se le quedó mirando y dijo: «Este también estaba con él». Pero él lo negó: «¡Mujer, no le conozco!». Poco después, otro, viéndole, dijo: «Tú también eres uno de ellos». Pedro dijo: «¡Hombre, no lo soy!». Pasada como una hora, otro aseguraba: «Cierto que este también estaba con él, pues además es galileo». Le dijo Pedro: «¡Hombre, no sé de qué hablas!». Y en aquel momento, estando aún hablando, cantó un gallo, y el Señor se volvió y miró a Pedro, y recordó Pedro las palabras del Señor, cuando le dijo: «Antes que cante hoy el gallo, me habrás negado tres veces». Y, saliendo fuera, rompió a llorar amargamente.


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