Centenares de miembros de cuerpos armados deciden que rodear el Congreso es una buena idea y lo hacen.
Opinión | 04 de marzo de 2020Más allá de eso, solo quedaba entrar y liarse a tiros. No hubiera sido ninguna novedad. Existen precedentes. Pasó un 23 de febrero.
Un demócrata que respete los derechos humanos debe estar a favor del derecho a manifestación. Faltaría más. Pero cuando este derecho se ejerce rodeando el Congreso de los Diputados por parte de miembros de cuerpos armados, uno se pregunta si lo del 23-F, al fin y al cabo, también era ejercer tal derecho.
Porque uno distingue entre manifestarse poniendo urnas para votar con intentar doblegar la voluntad de representantes electos, guste o no, para salirse con la suya.
Es lícito intentar salirse con la suya. Lo que es más o menos cuestionable es qué método se usa para lograrlo.
No hay que ser muy sagaz para darse cuenta de que poner urnas para que los ciudadanos voten está a años luz de que miembros de cuerpos armados rodeen el Congreso. No vislumbrar la diferencia basta para diagnosticar una grave miopía.
Volverá a pasar.
Y volverá a pasar por la misma razón por la que ha pasado. El famoso youtuber de la Jusapol que protagoniza el vídeo que él mismo ha hecho público y que parece incapaz de subir contenidos sin haberse metido un par de… digamos… tacitas de café, no ha salido con mucho más que un ligero rasguño de anteriores disparates que él mismo ha protagonizado, como esa ocasión en la que fantaseaba con matar menas con un cuchillo que le regalaron el día de su cumpleaños. Viéndose intocable, corroborando que no hay consecuencias reales, no sorprende que el muchacho se venga arriba y promocione un acto que pretende doblegar la voluntad de un gobierno democráticamente electo.
Para la justicia española, mientras tanto, lo grave no es que cientos de miembros de cuerpos armados rodeen el Congreso. Está demasiado ocupada inhabilitando cargos electos por poner lazos amarillos en balcones.