"La denunciante sintió un intenso agobio y desasosiego que le produjo estupor y le hizo adoptar una actitud de sometimiento y pasividad, determinándole a hacer lo que los procesados le decían que hiciera manteniendo la gran parte del tiempo los ojos cerrados". "Actuaron de común acuerdo para realizar con ella diversos actos de naturaleza sexual con ánimo libidinoso".
Fue penetrada bucalmente por toda la manada, vaginalmente por dos de ellos y analmente por otro mientras se grababa el acto con un teléfono móvil.
Señor juez: Estupor y desasosiego es lo que produce la lectura de su sentencia, calificativos -sin embargo- débiles que no aciertan a traducir con exactitud y los ojos muy abiertos lo que entiende usted por violación. España entera ha saltado a las calles (afortunadamente) porque esto, no puede quedar así.
Me duelen los dedos desde hace ya mucho al teclear que no ha cambiado el fondo, solo las formas. Que somos el viejo espejo donde se contempla una España reciente olvidada por la inmensa mayoría, ya sea por desconocimiento, la ignorancia más supina o ese analfabetismo funcional que caracteriza a muchos. Usted ha encumbrado a una manada de bestias salvajes que desconocen la condición humana, prácticamente aludiendo a un fuego amigo con forma de judicatura, basándose en unas pruebas tan débiles como discutibles. María Goretti, santa, ha muerto, pero -al parecer- se pretende resucitar.
Déjate matar, mujer. Morirás dignamente a la más pura esencia de Camino, serás beatificada, rezarán por ti siglo tras siglo, y el timo de la estampita se extenderá para siempre. Nadie puede mirar hacia otro lado. Si eres mujer, no cuentas. No eres nadie.
Además del agobio y desasosiego que usted remarca, la denunciante tuvo lesiones mientras -según sentencia-, no sentía "ni dolor ni asco, era excitación sexual, un jolgorio y regocijo en un entorno sórdido y cutre".
No hay violación: está viva. Cuando acudió al servicio de urgencias no llevaba las tripas en la mano y tampoco tenía un ojo colgando. No ha sido más que abuso. En un retroceso moral cuya esquizofrenia social debió afectar hasta el tuétano de determinados jueces, la vuelta de tuerca ha sido tan demoledora como lo era el garrote vil, otrora pena de muerte que anduvo asesinando a la gente en manos del Estado hasta que (se supone) cambiaron las cosas. Solicitar la absolución de semejantes descerebrados es un insulto a la justicia, esa justicia donde prevalece la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, la misma que nos asiste, desde la desolación más extrema, con sentencias como la dictada donde se ha condenado a muerte a todas las mujeres españolas por la puerta de atrás, sabedoras de la más absoluta indefensión, desamparadas, solas ante todos sus peligros.
Mientras los machitos insisten hasta la saciedad en las denuncias falsas, en la tarde de hoy se ha dado vía libre a una caza que secundarán muchas otras manadas y otros tantos jueces. Amén.