Tiene nombre de reina, que dejó de serlo desde el momento en que le arrebataron a su hijo. Sofía Matínez mantiene una lucha candente por recuperar a su hijo Yeray, arrebatado por los Servicios Sociales.
Opinión | 22 de abril de 2016Hace casi cuatro años dio a luz a su único hijo. Su pareja y padre del niño, desapareció, por lo que Sofía tuvo que irse a vivir con su padre. Este, al comprobar la inseguridad y nerviosismo de su hija, pidió ayuda a los Servicios Sociales, y ahí empezó su calvario. Menores decidió retirarle la custodia argumentando "falta de recursos económicos, falta de vivienda propia e inestabilidad emocional". Podía elegir entre un centro de menores o bien dejar a su hijo en manos de la abuela paterna. Sofía optó por la segunda opción, como habría optado cualquier madre en su lugar, presa del descalabro institucional en el que se vio inmersa. Los hechos tuvieron lugar en marzo de 2013. La madre de Sofía, enferma de cáncer, no podía ocuparse de su nieto. Lamentablemente, ha fallecido. Los servicios de protección del menor marcaron unas pautas concretas a seguir por Sofía, que ha cumplido a rajatabla. Pautas exigidas para "poder ser madre y ejercer como tal". Ignoro en qué código moral o burocrático se instauran ese tipo de condiciones, tras actuar al más puro estilo Herodes sin contemplar el fondo de las cuestiones. Hace más de dos años que Sofía cumple esos requisitos impuestos, cuenta con los informes psicológicos que confirman una depresión posparto. ¡Depresión posparto!... ¿Ese es el motivo real para separar a un hijo de su madre?... ¿Cuántas mujeres sufren idéntica depresión tras haber dado a luz amparadas en el matrimonio o bien con hogar y situación estable sin que se les cuestione? Actualmente, Sofia tiene trabajo y vivienda, incluso coche. Ha estudiado psicología infantil y juvenil.
Lucha por recuperar a su hijo desde el primer minuto en que se lo quitaron. Ha llegado a estar acampada durante dos meses frente al Instituto Mallorquín de Asuntos Sociales, a modo de protesta pública, que abandonó tras un supuesto "acuerdo" con la presidenta de dicha institución. "Si abandonas la acampada las cosas serán más fáciles y me comprometo a devolverte la custodia en el mes de abril".
Pero las palabras se las lleva el viento, y aunque Sofía la creyó, al acudir en busca de su hijo, se encontró con una propuesta para conceder la custodia al padre. Al padre que abandonó a su hijo y a ella. Un padre que no tiene trabajo ni vivienda, aunque sí un historial dudoso. El argumento de los Servicios Sociales es "que su vivienda (que no propia, la de sus padres) se encuentra más próxima al colegio donde acude Yeray.
Se están arrebatando custodias desde el momento en que una madre se presenta en busca de ayuda. La petición se convierte en condena. Se cuestiona a las madres negando auxilio y el poder está en manos de funcionarios que administran el dolor con una facilidad pasmosa. El maltrato se vuelve contra la propia víctima y se penaliza la pobreza. La "inestabilidad" es un concepto que se maneja a placer según los informes que se estampan bajo datos manipulados e historias irreales. Se juega con enfermedades mentales inexistentes, con incapacidades que declara una simple oposición. Yo apuesto por un examen psicológico y psiquiátrico para los funcionarios de Servicios Sociales. También un método de espionaje en sus vidas privadas. Simplemente para saber quién es quién en este entramado donde se mueven intereses confusos, donde nada está claro excepto el llanto de un niño que quiere estar con su madre.
Y a Sofía, lo único que le puedo desear, es que recupere a su hijo Yeray.