Gracias a Dios, Amén

Gracias a Dios, Amén

Dicen que hace unos dos mil años existió un hombre que era el hijo de Dios. Tal era su bondad y tan buenas sus enseñanzas que hoy, dos mil años después, millones de personas en todo el mundo aun lo recuerdan, lo adoran y animan a los desdichados a ponerse en sus manos para que los ayude.  

Opinión | 14 de mayo de 2015
Pere Borràs

-Tú eres Pedro -le dijo a su más fiel seguidor, que se llamaba Pedro, claro- y sobre esta piedra edificarás tu iglesia.

Jesús murió porque lo mataron, aunque no importa porque a los tres días resucitó y se fue al cielo. Pero tras su partida, su fiel apóstol Pedro siguió sus indicaciones y construyó su iglesia convirtiéndose, así, en el primer Papa de la que ya viene siendo una dilatadísima lista. Esa iglesia, actualmente con central en Roma y delegaciones en todo el globo, debía servir para mantener las enseñanzas de ese hombre bueno con la ayuda de su padre, el todopoderoso.

Si uno lee los evangelios y el cerebro le funciona medianamente bien no tarda en darse cuenta de que la mayoría de esas enseñanzas son bastante buenas. Sin embargo, algo pasó en estos dos mil años porque el mal, a quien Jesús conoció en persona, según dicen en el "Tibidabo", monte que recibe su nombre de las palabras que el mismísimo diablo le dijo a Jesús y que vienen a traducirse como "te daré" para tentarlo, se metió en la iglesia como un virus y la violó de forma tan bestia que, por lo que puede apreciarse, ha terminado enseñando, ejerciendo y proyectando lo que vendría a ser la antítesis de lo que Jesús, el hombre bueno, vino a transmitir a los hombres en nombre de su padre, AKA Dios.

Pedro no era el único apóstol, pero era el mejor. Competiciones aparte, uno intuye que si había un apóstol "mejor", por algún lado debería haber uno que fuera el "peor". Si no lo intuye, no pasa nada; se enseña de todas formas. El "peor" apóstol era Judas, un hipócrita que, como se diría hoy, le reía las gracias a Jesús y luego se la clavaba por la espalda. Y se la clavó (metafóricamente hablando, claro está). Por dinero (concretamente 30 monedas) traicionó a Jesús y lo puso en manos de sus verdugos. No es de extrañar que fuera el peor pues la traición es, probablemente con diferencia, el acto que más tristeza provoca en sus víctimas. Y la tristeza, como es fácil contemplar, es lo contrario de la felicidad, lo mejor que le puede pasar a nadie.

Así pues, tenemos a un hombre bueno, su mejor seguidor y el peor de ellos, en la que posiblemente sea la historia más trascendente jamás contada, con repercusiones reales en el mundo real de la actualidad.

¿Qué ha pasado?

Exactamente, no lo sé. Intuyo que tendrá que ver con la naturaleza humana, pero hay síntomas visibles que, por poco juicio que se le eche, llaman la atención.

En primer lugar, los seguidores de Jesús no siguen su doctrina. Eso es claramente visible si uno observa las críticas que los seguidores de la Iglesia Católica Apostólica Romana (la que Pedro fundó por indicación de Jesús) lanzan contra los demás en flagrante contradicción con una de las principales enseñanzas del hombre bueno: "No mires la paja en el ojo ajeno, sino la viga en el tuyo propio". Digo esto porque, por lo visto, un señor con turbante ha relacionado la forma de vestir de las personas femeninas con los terremotos, algo que sin duda es un disparate, pero que no deja de ser una risible paja ajena en contraposición con las violaciones sistemáticas que (una viga como una catedral) un preocupante porcentaje de sacerdotes ejecutan sobre sus monaguillos.

Podrá parecer descabellado, pero los que aparentemente atacan más al cristianismo son, lo que son las cosas, los mejores soldados de su doctrina. El grupo Ska-P, por ejemplo, no muy católico, acusa a los representantes de Dios (que no lo son sino por autonombramiento mediante los pervertidos mecanismos de la Iglesia) de lo mismo de lo que los hubiera acusado aquél a quien dicen representar. Les dejo un ejemplo para su disfrute. Tristemente, refleja una realidad que debería alertarnos más que las palabras de un señor que relaciona terremotos con prendas de vestir.

También veo a miserables sectarios usar a niños con cáncer para agradecer a Dios su curación. Quiero hacer notar que ese mismo niño, hace dos siglos, no se hubiera curado, y hace dos siglos ese Dios ya existía (como idea, no como realidad, no se confundan, el autor es ateo). La diferencia entre entonces y ahora son los oncólogos. A ese niño no lo ha curado Dios sino la ciencia. La Iglesia se apodera de los méritos ajenos para hacerlos suyos (eso está feo, creo yo). Usar a niños con cáncer para lograr adeptos es miserable, ruin y más propio del diablo que del creador.

Yo no creo en Dios ni creo que Jesús existiera, pero de ser así, y si levantara la cabeza, volvería a ser, como se supone que fue, un hombre bueno que luchó contracorriente, se enfrentó al sistema e intentó inculcar unas normas mejores para todos. Y eso lo llevaría a acusar a los abusadores (como los curas pederastas), abroncar a los estafadores (como las iglesias que usan niños con cáncer) y hacer, en definitiva, todo lo que tuviera en su mano para terminar con la Iglesia que él mismo mandó edificar.

Y ahí sí, Amén.


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