De leyes, reformas y ministro

Saltan a los medios de comunicación en las últimas semanas las noticias de la preparación de reformas legislativas de calado y trascendencia a muchos niveles y, sin duda, de gran impacto, no sólo por el sector de población al que afectan, sino también por la materia que regulan.

Opinión | 03 de febrero de 2014
Ágata Piernas

En algún otro artículo publicado en este medio, la que suscribe se manifestó a favor de la necesidad de que los poderes del estado competentes se pusieran a legislar, en temas de trascendencia y con repercusión, grandes reformas legislativas en una palabra, estructurales, que dejasen zanjados por algunos años, temas que era necesario adaptar a los nuevos tiempos, tecnologías e idiosincrasia de este país.

En concreto, me estoy refiriendo al nuevo proyecto de ley del aborto y la reforma del poder judicial. Ambas materias que por el carácter de derecho fundamental de su contenido, derecho a la vida y el poder judicial como poder del estado, han de ser necesariamente legislados por el tipo de ley con mayores garantías y de mayor rango dentro del resto de leyes, la ley orgánica.

Y yo me pregunto, si todo esto, además de responder a una necesidad de nuestro ordenamiento jurídico, no responde además (seguro), a un afán partidista por dejar huella en la historia, nada raro hasta aquí según creo, y también a un afán un tanto desmesurado de protagonismo de nuestro Ministro de Justicia actual.

Sus comparecencias públicas para explicar el por qué y el cómo de la reforma de la ley del aborto, a mi no me convencen. Independientemente del análisis del texto legislativo, que se realice en otros foros más técnicos, el Ministro habla de conceptos que maneja de manera errónea a mi modesto entender. Y me refiero en concreto a dos puntos: el mezclar la necesidad del aumento de la natalidad, con el acierto de esta futura ley al respecto. Y el manejo tanto del concepto minusvalía como el de discapacidad, equiparando ambos para encajar el supuesto suprimido respecto a la ley anterior de las posibles malformaciones del feto, amparándose para ello en la idea de igualdad entre todos los ciudadanos, en cumplimento de norma europeas, de mayor rango y la propia legislación española.

Si bien entiendo que no se puede satisfacer a todos los colectivos que integran la sociedad, sobre todo en la regulación de una materia tan espinosa, no veo aceptable que el Ministro busque protagonismo individual desde la plataforma de su Ministerio, para, saliéndose por la tangente y a pesar de ser jurista, tener por objetivo sacar esta ley adelante, caiga quien caiga, mezclando conceptos, que ni regula, y buscando proyecciones inciertas en una natalidad, cuya disminución, no es sin duda la ley del aborto vigente. Por más que se empeñen.

Ya que el espacio se nos acorta, hablaremos en otro escrito de las demás reformas, si se nos solicita y resulta de interés nuestro parecer.

Queda opinado.


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