Una disputa interna entre la felicidad de sentirnos en cierto modo ganadores y la emoción oculta de reconocer que tenemos los mejores actores de la historia disfrazados de alcaldesas y Presidentes.
Pero nos topamos con un Comité infranqueable, coherente , y con la mosca delante de la oreja revoloteando cerca de su inteligencia para soplarle la realidad de una paupérrima España.
¿A quién queremos engañar?
Tenemos unos deportistas exportables. Triunfadores con capacidad suficiente para subirse a pódiums. Atletas de fondo que tiene que lidiar contra todos los pronósticos y liderar clasificaciones impensables.
Los mismos que en muchas ocasiones tienen que pagarse su propio sudor, como contrapartida a la falta de presupuesto estatal.
Los verdaderos damnificados de los objetivos de un lobby político alejado de la realidad.
¿Cómo nos atrevemos a presentar un proyecto OLÍMPICO ante el Mundo?
Pues con la misma desfachatez que nos dicen en rueda de prensa que nuestra economía crece y ya tenemos 31 parados menos.
¿Cómo nos conformamos con este espectáculo de monologuistas de único discurso y creciente descrédito?
Siempre podremos echarle la culpa al COI. Claro, ellos decidieron.
Qué listos. Y pensaban que se la íbamos a colar.